8. La VIP

1.6K 159 22
                                    

Tokio, invierno de 2025

Sasha Greyson

Benditas ganas por seguir durmiendo dado que es sábado. Sin embargo, tengo un compromiso qué cumplir en el aeropuerto. Bostezo. Sin terminar de abrir los ojos observo la hora en el reloj despertador que descansa sobre la mesita de noche. Ya son las siete de la mañana. Se supone que el avión aterriza a eso de las diez, sumándole lo que te tardas en recoger el equipaje, recorrer los pasillos y registrarte en migraciones. ¡Bah! Al menos, a las 11 de la mañana ya debe estar saliendo de la sala de vuelos internacionales. Quizá puedo seguir durmiendo un ratito más...

No estaría tan cansada si no fuese porque ayer por la noche apenas llegué de un viaje de negocios en Singapur. Un viaje que fue insertado en mi agenda personal dos meses después de aceptar recoger a la turista VIP este día.

Doy una pequeña vuelta en mi posición para así enrollarme más con las sábanas e intentar atrapar los rezagos de sueño que están escapando de mi interior. Creo que fue una muy mala idea el abrir los ojos y verla hora. Prácticamente se me ha ido el sueño. Si sigo en la cama es por flojera y no por ganas de continuar durmiendo.

Un desestresante bostezo de león provoca que estire los músculos faciales y, en consecuencia, mis brazos y piernas hacen lo mismo. Vaya flojera de tener que bañarme, luego vestirme y bajar al restaurante a tomar el desayuno. Al menos, no me tengo que preocupar por ordenar la cama ahora ni nunca, y menos cocinar. Ahora que lo pienso, sí que me he vuelto en una floja con todas sus letras.

Faltan quince minutos para las ocho cuando termino de secarme el cabello. Supongo que después pasaré por el salón de belleza para que me hagan un peinado más elegante que esta cola de sobria cola de caballo. Mi maleta aún se encuentra cerrada y con los tickets de embarque pegados en sus manijas. Pronto no habrá espacio para que los del aeropuerto le peguen más tickets. A ver si más tarde me digno a limpiar esa maleta, o, en su defecto, botarla y comprar otra por internet. Alguna vez leí que la combinación perfecta es trabajo y ocio durante los viajes. ¡Eso es puro cuento! Ya quisiera viajar por placer así sea a la Antártida. Aunque sea allí me tomaría un selfi con los pingüinos y oso polares.

Tengo dos semanas libres antes de tener que visitar Yakarta, en Indonesia, para cerciorarme de los avances en el nuevo edificio departamental que está siendo financiado por Barclays. Lo cual se traduce en 8 deliciosas horas de vuelo de ida, y 10 horas de vuelta. Los bonos salariales por esos viajes son más que gratificantes y atractivos, pero ya he empezado a cuestionarme si en verdad valen la pena. Después de todo, seré la heredera de una de las principales minas de diamantes del mundo. Mi vida está asegurada.

- ¿En qué piensa my peach con esa carita taciturna?

- ¡Hey! ¿Dónde estabas?

- En el gimnasio. Dime que no te desperté cuando salí de la cama.

- No, para nada. Solo que estuve dando vueltas por aquí y allá, pero no te encontraba por ningún lado.

- Te veías tan linda durmiendo que el corazón se me rompía si te despertaba por nada -exclama con dulzura acercándose hasta mí-. Sasha, ¿te molestarías si te beso?

- ¿Y por qué debería de molestarme?

- Bueno, ya sabes... Estoy sudando y oliendo como un puesto de hot dogs a mitad de la calle.

Solo Enchantress sabe cómo hacerme reír de manera espontánea y desquiciada. Una vez que me calmo un poquito tomo su rostro y la beso por un buen rato.

- Debe ser el desayuno... -murmura separando un poco sus labios de los míos que lucen hambrientos por más besos-.

- Gracias por pedir que lo subieran. No tengo ganas de comer en el restaurante.

SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora