Tokio, invierno de 2025
Leonor Kyle
Esta noche me he dado cuenta de que soy adicta a oír el japonés que habla Sash. No sé si lo hace bien o mal, pero me encanta muchísimo cómo esas palabritas se derriten en sus labios. Y lo mejor de todo es que tengo oportunidad de escucharla de nuevo mientras conversa con la recepcionista del local.
- Kore, onegai shimasu.
Exclamó Sasha cuando la recepcionista le alcanzó una tablet. Luego, mi amiga entregó su tarjeta de crédito y un minuto después estábamos entrando al ascensor.
- ¿Llegaste a entender algo de lo que estuve hablando? -sonriente, preguntó-
- Ni media palabra.
- Lo suponía -exhala-. Mira. A diferencia de los karaokes que seguro has conocido en los bares o restaurantes de Londres. Aquí la cosa es mucho más privada. Te alquilan una sala para que cantes a solas o con tu grupo de amigos.
- Ah yaa... Entonces, estuviste hablando sobre el tipo de sala y eso, ¿no?
- Exacto. Pedí una para 10 personas y que tuviese servicio de bar y piqueos. Te aseguro que más tarde nos dará mucha hambre.
- Un momento, ¿10 personas? ¿Tantos amigos tuyos invitaste?
- ¡Siií! ¿No me digas que te da vergüenza cantar? Que yo recuerde. La agorafóbica siempre he sido yo.
Apenas la oí, no pude evitar echarle una clara mida de extrañeza. La Sasha que he conocido aquí en Tokio es cualquier cosa menos alguien que se avergüence de las situaciones.
- Exageras -lancé totalmente desconfiada-. Quizá cuando nos cocimos eras un poquito reservada.
- Se dice tímida. Y no me molesto si lo dices tal como es.
- Ya. Eras bastante tímida y enojona.
- Ese detalle quizá sí me moleste...
Murmura, provocando que me parta de risa y le dé un golpe a su brazo con el mío.
- Pero ahora viajas por el sudeste asiático cerrando negociaciones de alta importancia y también llevas una buena vida social. Ya no eres la misma.
- Ni tú tampoco...
Estoy segurísima de que su siguiente palabra es "Señora Adler", pero me equivoqué.
- ...Leo. Supongo que el tiempo y las situaciones nos convierten en otras personas.
- Ello depende de la mirada que esté observándote.
- Por eso lo decía. Para ti debo seguir siendo la malgeniada señorita Greyson.
- Quizá. Aunque más interesante es escuchar qué soy para ti.
No se esperaba mi pregunta, así que se queda en silencio y pronto desvía sus ojos fuera del alcance de los míos. Sin embargo, justo en ese momento se detiene el ascensor.
- No, no... No serás salvada por la campana esta noche, Sash -me adelanto a decir, impidiendo con mi pie que las puertas del ascensor se cierren-.
- Está bien. Leonor Kyle para mí sigues siendo la chica que nunca me trató como si fuese de cristal cuando en verdad lo era.
Sus palabras me golpean como si fuesen la punta de un picahielos que ha agujereado a mi corazón de acero de un solo y certero golpe. Estoy sin aliento, conteniendo mis lágrimas al igual que las de ella. Mi mano derecha tiembla, estoy a nada de subirla para tomarle del rostro, pero cuando mis dedos de la otra mano se flexionan, experimento la presión del anillo de compromiso que Tanya me regaló cuando me propuso matrimonio.
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Suspiro
RomanceUna discusión sin sentido provocó que Leonor perdiese sus alas. Desde ese día, Sasha no ha podido tener una noche sin que las pesadillas y la culpa le roben sus sueños. El castigo autoimpuesto fue permitir que Leo se casara: renunciando así al amor...