10. Cuando no se Olvida

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Hace casi dos años en la Polinesia Francesa...

Leonor Kyle

Habíamos escogido la isla más romántica y bonita de todo el mundo para nuestra boda en medio del Pacífico. Ardientes y suaves playas de arena blanca, paisajes que te inundaban de paz y exaltación por igual. Esa es Bora Bora ubicada en la Polinesia Francesa.

La esposa, la boda y la vida perfectas me esperaban a solo unos cuantos pasos de distancia.

¿Pero acaso yo quería ser perfecta?

Aún tengo la esperanza de que ella esté entre los invitados. No pido que grite "me opongo", solo bastaría una mirada suya para mandar al diablo toda esta vida que el destino se ha esforzado en regalarme a las malas.

Los invitados ya deben de estar acomodándose en las sillas dispuestas en la playa. ¿Y si Sasha ya está esperándome allá? Supongo que no tengo manera de escapar de aquí...

- ¿Nerviosa?

- Tú que crees.

- Sabes, Leíto, me gustaría ser mentirosa para decir que te veo súper ansiosa por tu boda. Pero en tus ojitos solo veo ansiedad por descubrir el desenlace bueno o malo de esta tarde.

- ¿Tú qué sabes? -gruñí al comerme mis lágrimas-.

- Lo suficiente para adivinar que esperas ver a Sasha Greyson entre los invitados. Dudo que venga. Después de todo, es tu ex.

- Por favor, Jen, no hables tonterías este día. Solo eso te pido.

La oigo reírse como siempre lo ha hecho para sacarme de mis casillas o compartir la broma, pero hoy no estoy de ganas. Estoy a nada de mandarla a la mierda cuando pronuncia algo inesperado para mi corazón.

- Tengo una reservación para Londres.

- ¿Qué...?

- Un vuelo que sale en unas tres horas. Solo pídelo y yo me encargaré de nuestros papis mientras que tú vas a buscar a la mujer a quien en verdad amas.

- La mujer de la que hablas está por llegar en canoa.

- Tú quieres a Tanya. Incluso, te apasiona estar con ella. Pero, nena, no me vengas con esa mentira de que la amas.

- Bueno, si no me crees, el tiempo me dará o no la razón.

- ¿Estás dispuesta a disfrutar de la infelicidad para probar tu punto?

- Una vez ya le rompí el corazón a la mujer de mi vida. No pienso hacerlo de nuevo -exhalo las palabras antes de echarme aire a los ojos con las palmas de las manos para evitar llorar-. Es hora.

La ceremonia nupcial de Bora Bora es única en su especie. Mi prometida llega en una canoa escoltada por un polinesio mientras que yo la espero en la orilla de la playa. Una vez que me encuentro con Tanya, ambas nos tomamos de las manos y caminamos hacia un anillo de flores que forman un sagrado corazón. Un sacerdote tahitiano sopla una caracola con el que llama a los cuatros elementos y comienza nuestra boda.

Las melodías de los ukuleles adornan a la ceremonia. El Tahua -sacerdote- nos bendice con la sagrada hoja Auti que es atada en nuestra muñecas y nos tomamos de las manos una frente a la otra. La tradición polinesia indica que dicha planta nos unirá espiritualmente además de purificar nuestra almas. Acabamos de forjar un vínculo sagrado. El sacerdote vierte Moana -agua pura del océano- en nuestras manos para purificar a nuestra unión limpia de todos los pecados. Collares y coronas de flores multicolores nos son colocadas y nos dejamos envolver por el amor.

SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora