Tokio, invierno de 2025
Sasha Greyson
Es fácil ocultar la tristeza debajo de una falsa y dolorosa sonrisa. ¿Pero cómo maquillarías una alegría? ¿Hay que poner cara seria? ¿Triste? Oculta la felicidad es más complicado e inusual. Hasta me parece antinatural la sola idea de ello. Quizá por esa razón es que sigo igual de sonriente como hace veinte minutos cuando me despedí de Leo. Es cierto que estuve muy ansiosa al principio, pero luego mis hormonas terminaron de alocarse para hacerme perder la cordura. Sin embargo, al menos me debo de controlarme un poco en frente a Enchantress.
O ese era mi plan hasta que la vi en una de las mesas del restaurante. Mientras daba un paso a la vez, intentaba respirar con mayor calma y haciendo no tan eufórico, pero Mili ama los detalles. Así que no pasaría mucho tiempo para que adivinase mi inesperado estado de ánimo.
Nos saludamos con un rápido beso en los labios, ya que aquí en Japón es de muy mal gusto que las personas -así sea novios o estén casados- den muestras de cariño en público. A nosotras nos importa una mierda lo que piensen, después de todo, somos extranjeras. Pero también hay que guardar un poquito las apariencias dado que tenemos muchos de nuestros clientes financieros son japoneses.
- Pensé que llegarías antes, my peach.
- Sí, yo también, pero me retrasé más de lo que creía.
- No importa. Ya ordené la parrillada que tanto nos gusta, y también una botella de vino.
- ¿Celebramos algo? ¿O el vino solo es como complemento necesario a este almuerzo de carnes rojas?
- Umm... No lo sé. Dímelo tú. Con esa sonrisita que llevas, definitivamente debemos de estar celebrando algo.
La "sonrisita" se me rompe en dos al comprender el sentido de sus palabras. ¡Lo sabe! ¿Pero cómo? Es imposible. Ella no estaba en el hotel. O quizá solo me estoy desesperando por nada. Está bien que no seamos pareja ni nada cercano a ello, pero la idea de decirle abiertamente que acabo de encontrarme con mi ex, no me sabe muy bien.
Gracias al cielo, soy salvada por la llegada de nuestra comida. El olor de carne a la parrilla me hace vibrar de goce y ni qué decir cuando doy las primeras mordidas. ¡Una delicia! La conversación que sostenemos se centra más que nada en la comida como el exquisito chimichurri que está en su punto del sabor. Luego, le pregunto sobre los detalles de su imprevista visita a Los Ángeles. Además, de las bromas que le hago por dejarme solita durante toda una semana.
- Yo no diría que estarás "solita" del todo.
- ¡Ah! Sí, tengo suerte. Me divertiré saliendo de compras y paseando con la española.
- No lo decía por ella, Sash. Ambas sabemos que solo existe una persona en todo el universo que te haría sonreír tanto que el sol envidiaría tu brillo.
Separo los labios, pero ninguna palabra brota fuera de ellos. ¿Acaso tengo pintado el nombre de Leonor en mi frente? ¿Tan obvia he sido?
No estoy asustada por la reacción de Enchantress dado que entre nosotras no existe ninguna relación sentimental. Pero claro, eso entraría en dudas para quien nos vea besándonos como un par de novias. Ni qué decir sobre el delicioso sexo que tanto nos gusta tener mañana, tarde y noche.
- Cuéntame, Sash, ¿qué tal está Leonor? ¿Qué hace por Tokio? No te pregunto por su esposa, ya que en tus ojitos pardos se nota que la inglesita ha venido sola.
- ¿Tan obvia soy? -pregunté con la boca abierta, ya que lo dedujo todo a la perfección-.
- Para alguien como yo que sabe sobre tus secretos y pesadillas, pues sí, eres bastante obvia con tus reacciones y sentimientos.
ESTÁS LEYENDO
Suspiro
RomanceUna discusión sin sentido provocó que Leonor perdiese sus alas. Desde ese día, Sasha no ha podido tener una noche sin que las pesadillas y la culpa le roben sus sueños. El castigo autoimpuesto fue permitir que Leo se casara: renunciando así al amor...