Tokio, marzo de 2026
Leonor Kyle
Lo primero que pasa por mi mente es ¡¿qué diablos hace su mamá aquí?! Y la segunda gira en torno al mejor cuento que le podríamos dar para que esté tranquila -dentro de los límites de lo posible-.
Hasta la persona más inocente y bien pensada no podría teorizar nada más que el hecho de que Sasha y yo hemos tenido sexo. La sala luce un desastre con botellas tiradas en suelo, seguro que más de una uva embadurnada de chocolate ha de estar por los muebles y, por supuesto, nuestra ropa esparcida por norte, sur, este y oeste. Además, Sasha no lleva encima nada más que mi camisa.
¿Qué buen cuento arregla todo esto? Supongo que ninguno. Además, eso sería mentir en frente de Sash, luego de que nos juramos por todos los santos y el amor que nos tenemos de que cero mentiras.
Tengo el tentador -y quizá justificado- impulso de irme de la suite como una cobarde. Ni siquiera sé el porqué de estas ganas de huir de los problemas. Como la primera vez que le fallé a Sasha, lo único que hice fue escapar de esos problemas, para luego terminar peor que al principio.
Hasta ahora la señora Greyson no ha girado la vista hacia el pasillo desde donde la estoy espiando. Creo que tampoco Sasha se ha dado cuenta de mi presencia, ya que su mirada está fija en la de su madre. Vaya oportunidad para regresar a la habitación y hacer como que no me he enterado de nada. Esa es una salida menos cobarde de la que tenía en mente, pero con las mismas consecuencias.
- Mam...
- ¡¿Qué demonios haces vestida como... una...?! -grita la señora Greysonde tal manera que incluso yo me sobresalto, pero nada comparado con la reacción de Sasha al observarla cómo su cuerpo se encoge y retrocede unos pasos-.
Lo sé. Ella solo quiere desaparecer en este momento.
Yo jamás había visto furiosa a la señora Greyson. Sus ojos lucían brillantes y desafiantes como los de Sasha cuando en verdad se molesta.
- ¿Con quién te estás revolcando como si fueras una...? Sé que no es con Enchantress. La llamé antes de viajar. Se supone que mi llegada iba a ser una sorpresa.
- Mamá...
- No sé ni para qué pregunto -farfulla de manera cansina-. Es obvio que con Leonor. En serio, Sasha. No me interesaría que tengas sexo con quien te dé la gana, pero ella es una mujer casada. ¡CASADA! ¡Me escuchas! ¡Maldita sea! ¿Cómo se te ocurrió revolcarte con ella como si fueras...?
- ¡¿Como si fuera qué? ¡Dilo de una maldita vez! -pronunció en un desgarrador sollozo que me cortó en dos-.
Su mamá se dio un respiro al oírla. No reaccionó de inmediato, y lo agradecí al cielo, ya que lo más seguro es que le hubiese pegado a Sasha. Yo no esperaría menos de mi madre. Ya me hubiese volteado la cara un par de veces a punto de bofetadas. Si algo así sucedió entre ella y Jen hace un tiempo. No le interesó que Jenevieve sea su hija perfecta. ¿Qué me haría a mí siendo la pecadora de la familia?
- Yo no crie a una hija que terminaría siendo la amante -exclama palabra por palabra-. ¿Qué diablos pasó por tu cabeza para que lo hicieras? Nunca me opuse a tu noviazgo con Leonor, pero ambas sabemos cómo terminaron las cosas. Y se repitió más de una vez... -hace una pausa recobrando el aliento-. En serio que no lo entiendo, Sasha. Enchantress es el mejor partido que podrías tener, ¿y qué hiciste? A la primera oportunidad metiste a tu cama a una mujer casada.
La señora Greyson intentaba hablar de manera calmada, controlándose, pero la intermitencia en su tono de voz delataba el nerviosismo por estallar.
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Suspiro
RomanceUna discusión sin sentido provocó que Leonor perdiese sus alas. Desde ese día, Sasha no ha podido tener una noche sin que las pesadillas y la culpa le roben sus sueños. El castigo autoimpuesto fue permitir que Leo se casara: renunciando así al amor...