7. Volver a verle

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Cuando su puerta se cierra, me quedo procesándolo todo. Dan. Era Dan. El mismo que me enamoré de él hace 3 años. El mismo del que mi corazón seguí amándolo. El mismo que le dije que volveríamos a juntarnos cuando el destino lo quisiera. ¿Era este el momento? Me doy cuenta que sigo parada allí, y salgo corriendo por el pasillo. Me encierro en mi habitación y miro la puerta con los ojos muy abiertos aún.

-¿Estoy soñando?- digo en voz alta.

-No.- dice una voz a mi espalda. Pego un chillido y veo que es Carlos sentado en su cama.- Uy chica, ¿tan feo soy?

-Coño Carlos que susto me has dado.- digo con la mano en el pecho.- ¿Qué haces aquí?

-Bea se está tirando al guiri ese, y me aburría.- se encoge de hombros.- Y tú mientras con tu encuentro estelar con Danilo.

-¿Cómo lo sabes?

-He visto al guitarrista en la discoteca, y por tu cara cuando has entrado, él también está aquí.- lo miro y sonríe como un sabelotodo. Asiento y me siento a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.- ¿Y qué tal?

-Nos hemos quedado de piedra los dos.

-Normal.- me acaricia la nuca y me da un besito en ella.- ¿Y cómo está?

-Terriblemente guapo.- nos reímos y me mira de soslayo.- Casi que le atropello con el portamaletas.

-¿Cómo?- dice riéndose Carlos. Asiento y soltamos cada uno una carcajada.- Esta vez ha sido al revés, tú has sido la que casi le atropella.

-Vaya...- digo cayendo.

-¿Por qué no vas a disculparte?- Carlos alza las cejas y me enseña una sonrisa de lado. Niego frenéticamente con la cabeza.- Tía venga, no pierdes nada.

-¿Y si no me abre la puerta? Quedaré como una auténtica gilipollas.

-Tranquila que de eso me encargaría yo a la mañana siguiente.- se ríe.- Venga, ve.

Me atuso el pelo, y voy hasta la segunda planta. Recreo la escena, y me paro frente a la puerta 58. Respiro lentamente y doy unos pequeños toques. Un Dan en pantalones grises de pijama (sin nada por arriba) me abre la puerta. Lo miro a sus dos ojazos café y sonrío tímidamente.

-Venía a saludarte, pero si te pillo ocupado...

-Pasa, estoy componiendo.- me abre más la puerta y me invita a pasar. Cierra tras de mi, y me quedo de pie junto a la puerta. Observo como él se dirige a la cama, y recoge su libreta y folios sobre la cama. Deposita su guitarra en el sofá, y por fin me mira. La misma mirada de 3 años atrás. – No te quedes ahí de pie mujer, ven y siéntate.

-Gracias.- voy hacía la cama y me siento a una distancia moderada de él.- Lo siento por lo de antes, casi que te atropello.

-Me la debías.- dice él con una sonrisa. Esbozo una pequeña sonrisa y miro al suelo avergonzada.- ¿Qué tal estás?

-Bien...Creo...- lo miro, y veo como sus ojos se tornan en un tono preocupado.- Bien, si. ¿Y tú? Te he visto en la televisión varias veces, y escuchado en la radio.

-Se puede decir que muy bien.- sonríe. Nos quedamos en silencio.- Oye, ¿te apetece ir mañana a la cafetería para hablar mejor? Es que estoy agotado.

-Oh...- me quedo pensativa ante su propuesta. Sus dos ojos esperan ansiosos una respuesta, así que respondo sin pensar.- Vale perfecto.

Me levanto y antes de salir por la puerta, Dan llama mi atención.

-Marlena.- me giro.- Buenas noches pe...Marlena.

Le sonrío y salgo de la habitación casi corriendo. Mierda. Iba a volver a quedar con mi ex de hace 3 años. Bueno da igual, seguro que es en plan amigos, y él tiene una novia americana guapísima. Pero, me iba a llamar pequeña. Joder, joder, joder... Vuelven las ralladas de Marlena.

Me levanto antes que mis amigos para ducharme e ir a donde Dan me dijo. Los chuzos de agua resbalan por mi espalda con rapidez, dejando una estela fría sobre mi cálida piel debido al calor que hace. Me cepillo el pelo, y me lo dejo tal cual. Cojo un top de punto blanco y unos pantalones beige de tela cortos, y me lo pongo junto a unas sandalias planas. Les dejo una nota y salgo sin hacer ruido de la habitación. Subo hasta la segunda planta, y busco en la cafetería que está vacía (normal son las 7 de la mañana). Salgo fuera, y lo veo sentado en un sillón de mimbre junto a una mesita baja. Va con su típica camiseta blanca, y unos pantalones desgastados.

-Hola.- digo cuando estoy ya a su lado.

-Hola.- suelta la guitarra al lado suya y me mira.- ¿No te vas a sentar?

-Ah, si, si.- me siento, y él suelta una pequeña carcajada. Una camarera viene, y nos tiende dos cafés. Dan me tiende el mío, y esbozo una pequeña sonrisa. Se acordaba de mi café favorito...

-Bueno señorita, ¿que le trae por aquí?

-Vacaciones.

-Touchée.- responde él bebiendo de su café.- ¿Sigues trabajando en la empresa de los horrores como tú decías?

-No.- le digo sonriendo.- Ahora trabajo en una empresa como secretaria del jefe.- él fruñe el ceño y asiento.- Sé que es una mierda, pero es lo que me da de comer. Todos mis ahorros me los quitó mi madre.

-¿Cómo?- se tiende sobre el respaldo y me mira.

-La cuenta estaba a su nombre.- sonrío triste y miro mi café.- Vivo en un piso compartido, con mis dos amigas. Hasta hace poco trabajaba también en un club nocturno como camarera para poder cubrir gastos.

-Vaya, parece que nos hemos cambiado la vida, ¿no?- asiento triste y él hace una mueca triste también.

-¿Y tú que tal?- le digo evitando mi vida de mierda.

-Nada que no sepas.- se ríe.- Muchos conciertos, muchas entrevistas, muchas firmas, muchas fiestas, no parar de grabar... Un no parar vamos.- se bebe lo que queda del café y mira el cielo con el sol recién puesto.- Ahora voy a grabar el cuarto disco. Por ese motivo me he mudado a Roma de nuevo, porque quiero que mi obra nazca de donde vengo y empezó todo.

-Qué bien.- le digo con una sonrisa. Nos quedamos en silencio, mirando el mar. El mar. Donde dejamos lo nuestro. Donde todo terminó.

-En 30 minutos llegamos a Grecia, ¿lo sabes?- asiento.- Dicen que es muy bonita, y muy tranquila, por eso he venido.

-Yo porque lo ha organizado mi amigo.- me río al sonar tan sincera, y una pequeña carcajada procedente de sus labios, acompaña a la mía.- Creo que voy a irme ya, mis amigos, ya sabes me esperan.

-Vale.- me levanto y me aliso los pantalones. Él se levanta y pone la guitarra en su lugar. Se me acerca y nos quedamos a tan solo unos centímetros de distancia. Alzo la cabeza, y unos ojazos café, topan con mi mirada. Como si mi pestañeo le cediera, me rodea con sus brazos. Me estaba abrazando. Enlazo mis brazos a su cuerpo también y exhalo lentamente. El contacto de nuestras pieles abrazadas, hacen que emanen el calor que antes solíamos emanar cuando estábamos juntos. Me separo de él, y la brisa marina roza ferozmente mi piel. Le sonrío de lado y me despido dejándolo allí. Estoy cruzando la esquina cuando me encuentro de cara con Carlos y Bea.

-¡Joder! ¿Qué hacéis aquí?- digo con la mano en el pecho.

-¿Nosotros? Eh...Pues...- dice Carlos sonriendo falsamente.

-Buscándote.- dice Bea dándole un codazo en el costado.

Me cogen ambos del brazo y tiran de mí escaleras abajo. Miro hacia atrás, y veo a Dan apoyado en una de las columnas de la recepción VIP. Me enseña su sonrisa de lado, y se la devuelvo, pero completa.

Lo que nos devolvió el mar. (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora