11. La playa, otra vez.

5 1 0
                                    

La pequeña placita tiene un par de mesas, con un escenario en medio, donde una banda de música típica griega toca animadamente. Nos sentamos en una mesa, y una mujer bajita de mediana edad nos sirve una copa a cada uno con resitna, un típico vino blanco muy famoso en Grecia.

-Me tomaría ochocientos de estos dios mío...- dice Bea con los ojos en blanco.

-Borracha.- le digo entre risas.

-Uh, ya somos tres.- dice Carlos alzando su copa para brindar. El choque de nuestras copas, acompasa nuestras risas y la melodía del grupo de música.

-Oye, ¿sabéis algo de los chicos?- digo cayendo en cuenta. Se encogen de hombros y beben de sus copas un buen sorbo.

Nos comemos cada uno un bol de pastitsio, buenísimo (voy a salir con 8 kilos de más jajaja) y no sé cuántas copas de resitna más. Bea coge su teléfono y abre los ojos al ver la hora.

-Vamos al baño, venga corred.- dice tirando de nosotros. Corremos tras ella, y cuando nos adentramos, unos trajes ochenteros totales inspirados en los looks de ABBA, cuelgan de unas perchas.

-¿Estaréis de coña no?- digo al ver que los descuelgan y nos lo tienden.

Los de Carlos y Bea tienen unas hombreras doradas con flecos, mientras las mías son mangas acampanadas con volantes dorados. Lo demás es igual, un mono entero con los pantalones acampanados de color azul marino con purpurina. Salimos al escenario y todo el mundo nos aplaude. La canción 'Super Trouper' empieza a llenar el ambiente, con lo que empiezo a cantar. Bea y Carlos mientras hacen los coros, hasta que llega el estribillo. La gente se mueve al ritmo y dan palmadas mientras nosotros cantamos con coreografía y todo (les obligue aprendérsela cuando teníamos 14 años para un proyecto en el instituto). Por las escaleritas de piedra, aparecen los chicos vestidos de blanco. Dan va con una camisa medio abierta blanca y unos pantalones del mismo color. Se sientan en una mesa y bebiendo de sus copas nos observan divertidos. La música termina, y el público aplaude enloquecido. Bajamos del escenario corriendo, y vamos a cambiarnos al servicio. Ya listos, salimos y vamos hasta la mesa donde la misma camarera que antes, nos invita a una ronda de chupitos de ouzo, un licor famosísimo en la zona. No sé si es por el alcohol que ya corrían en nuestras venas, que nos pusimos a bailar con las canciones que ponían. Los músicos estos empezaron a tocar un tipo de música, y la camarera nos guío a todos los que estábamos allí para bailar.

-Hacer todos un círculo, y dar palmadas cuando él lo indique.- señala a un chico del escenario.- Por lo demás, dejaros llevar por la música.

La melodía comienza, y yo me arrebato los tacones de un tirón, mientras la mujer va sacando a personas. La mujer tira primero de Carlos, y luego de Bea, seguida de mí. Al principio es una marcha lenta, pero de pronto se reanima, y todo el mundo empieza a saltar y dar palmas eufóricos. Doy vueltas enganchada al brazo de un desconocido, hasta que me engancho con Bea. Luego vuelvo a cambiar de nuevo, y así sucesivamente con todas las personas, Nate, Joshua, Carlos... Menos Dan. No puedo parar de reírme y mi sonrisa es tan ancha que no sé ni como me cabe en la cara. Cuando la música finaliza, acabo cogida de la última persona. Dan. Nos miramos con la respiración alterada y una sonrisa en la cara. Busco con la mirada a Bea, quien se está (literalmente) morreando con Joshua.

-Pero...¿Qué?- digo riéndome. Miro a Dan, y este se contagia de mi risa.

-Ha sido espectacular eh...- dice exhausto Nate a nuestro lado.

-Podéis soltaros ya eh.- dice Carlos con una sonrisa. Veo que aún seguimos juntos, y me separo mirando hacía el suelo. Dan me sonríe de lado, y me sonrojo. Carlos me mira y me hace un aviso. Bea se acerca con una sonrisa y agarrada de la mano de Joshua.

Lo que nos devolvió el mar. (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora