22. Hora de dejarla volar. (DAN)

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Cuando eché a correr en dirección a mi casa, sabía que ella iba tras de mí. Escuché sus aporreos y gritos en la puerta al igual que todos los demás, pero les dije que no abrieran. Me encerré en mi habitación con botella en mano, y en el umbral de la ventana miraba la calle. Vi cuando abrazándose a sí misma se marchó de mi puerta, y con eso mi corazón se rompió en pedazos. Me pilló la sorpresa de que estaba con otro. Sé que lo que decía era verdad. Me quería, y yo a ella también. Por eso le dije que ya no éramos nada. Los dos días siguientes no salí de la habitación. No comí, ni dormí, ni nada. Solo escribía en mi libreta y acariciaba la guitarra buscando los acordes perfectos. Estaba fumando en la ventana mirando la tormenta cuando Joshua golpeó la puerta de mi habitación y me dijo que le acompañara. Marlena estaba en su jardín llorando empapada. Nada más acercarme se abalanzó a mí buscando calor. Consideré que por mucho que me doliera, llevarla a mi casa para que se diera una ducha caliente era la mejor opción. Sé que estaba distante, pero me había mentido.

Estoy sentado en mi cama cuando mi puerta se abre, y está Marlena ataviada con mi sudadera y pantalones cortos de gimnasio, con su ropa mojada en la mano. Los ojos los tiene rojos de haber llorado y su nariz está roja por la congestión.

-¿Quieres sentarte?- le digo al verla parada frente a mí. Asiente y se dirige a mi lado. Algunos de los mechones mojados revolotean alrededor de su moño, mientras que otros están pegados contrastando con su blanca piel.

-Gracias por haberme ayudado, no hacía falta.- dice levantando sus ojos azules del suelo para mirar mis ojos.

-No podía dejarte allí, morirías de frío.-esbozo una pequeña sonrisa y vuelvo a mirar al suelo. Se remueve incómoda y se levanta de un salto.

-Muchas gracias pero me voy ya.- me mira por si intento pararla, pero lo único que hago es asentir y acompañarla a la puerta.

-Eres gilipollas.- dice una voz a mis espaldas cuando cierro la puerta tras ella. Me giro y veo a Carlos bebiendo una copa de vino.

-¿No te habías ido?- él niega con la cabeza.

-Se han ido ellos tres, yo quería quedarme aquí.- me señala el jardín y nos sentamos sobre las hamacas que están bajo el porche debido a la tormenta que está cayendo.- Ella te quiere.

-Y yo a ella.

-¿Entonces?- dice Carlos sacado de onda.

-Me mintió. No me dijo que estaba con otro en Madrid.

-Tú también le mentías cuando decías que ibas a tardar unos pocos de días y luego eran incluso meses.- dice tras beberse lo que quedaba en su copa. Cierro los ojos y exhalo.

-Y me dejó. Ella dijo que nuestro amor se lo llevó el mar.

-Sabes que las olas regresan siempre a sus orillas, ¿no?- me mira de reojo y sonríe.- El destino os quiere juntos. Os chocáis cada dos por tres, os reencontráis en un crucero tras 3 años, vivís a dos casas... Yo no creo en estas cosas del destino u horóscopos, pero en vuestro caso, soy fan número 1.

-Tengo que dejarla volar Carlos.- digo sacando un cigarrillo de mi bolsillo.

-¿Y si tú eres sus alas, qué?- y tras decirme eso, se levanta y me deja a solas con mis pensamientos.

Pasaron los meses, y no sabía nada de ella. Yo escribía, y ensayaba con Nate y Joshua mientras que Carlos y Bea ayudaban con las cosas de la casa y eso. Se quedaban durante todo el verano aquí, ya que nos habíamos hecho muy amigos. Sé que hablaban con Marlena, e incluso quedaban, pero por mucho que quisiera preguntarles por ella, no podía. Lo único que sabía es que había vuelto a trabajar en esa empresa familiar, y que le iba genial. Según Bea, las ventas habían crecido y estaba galardonada a 5 premios. ¡Cinco! Mi Marlena...

-Chicos... ¡Nos vamos de fiesta este sábado!- grita Bea en la cena.

-¿Por qué?- digo comiendo de mi trozo de pizza.

-Fernández&Co celebra los premios ganados.- aclara Nate con su energía de normalidad.

-No voy.- me levanto de la mesa con mi plato y voy a la cocina. Los pasitos de Bea, resuenan por el parqué tras de mí.

-Anda Dan, por favor... Llevas mucho tiempo sin verla...- lloriquea tras de mí.- Además Bella contactará contigo para ver si podéis cantar en directo en la fiesta.

-Bea llevo sin verla desde por lo menos dos meses.- digo cruzándome de brazos.

-¿Y?- se cruza al igual que yo y me mira seria.

-Me lo pensaré...- abre los ojos como platos y se abalanza a mí.

-¡Lo sabía que cederías! En verdad eres tierno y lo sabes...

Solo por Marlena Bea, solo por ella...

Lo que nos devolvió el mar. (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora