20. Borrar mis pasos de Madrid.

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El viaje de avión me fue ameno, pero cuando llegué a Madrid me sentí como si me hubieran cortado todas las articulaciones y no pudiera hacer nada más que replantearme mi existencia. Cuando llegué a la puerta de la casa del apartamento de las mellizas, las piernas me flaquearon. Tenía la sensación que mi vida a partir de ahora ya no iba a tener sentido, iba a estar sola. Entro en la pequeña cocina y suelto las llaves sonoramente. Martina sale de su habitación y asoma su cabeza por la pequeña ventana de la cocina que da al salón.

-¡Marlena!- grita de sorpresa.- ¿¡Qué haces aquí!?

-Bueno pues he venido a recoger mis cosas.- digo con una sonrisa torcida en un gesto triste. Martina ladea la cabeza y abre los ojos.

-¿Adónde te vas?

-A Roma.- ella abre la boca y aplaude contenta.

-Qué, ¿Dan te ha vuelto a liar no?- dice con un movimiento de cejas.

-No, que va. Soy jefa de la empresa de mi padre allí.- voy a mi habitación con la maleta, y la tiro sobre la cama.- Mi padre murió hace menos de una semana.

-Lo sé amor, lo he visto en Telecinco...- me da una palmadita en el hombro y me observa mientras meto como puedo toda mi ropa en la maleta.- Oye Marleni, que mi hermana está en Roma también con...

-Joshua, Nate, Carlos y Dan. Lo sé.

-Me lo ha contado todo, y bueno las noticias rosas...- mira el reloj y hace una mueca.- Bueno, me tengo que ir que he quedado con Lorena. Gracias por vivir con nosotras estos años, y que te vaya fenomenal en Roma.

-Gracias a vosotras.- me acerco y le doy un abrazo. Con su melena en movimiento se aleja por la puerta, y el golpetazo avisa que se ha ido. Compruebo que estoy en lo correcto, y corro a por una silla. Me subo en ella, y cojo de encima del armario la caja que guardaron con las cosas que traje de Roma hace 3 años. Ropa, fotos con Bella y Vera en la Dolce Vita... Y saco la parte de Dan. Dos camisetas de tirantes suyas, una sudadera negra, un bote de la colonia que usaba (si, sé que parece de una psicópata total pero es que no os imagináis que bien huele ese chico) y fotos. Guardo todo en la maleta, la cual tiene pinta de explotar en cualquier momento. La bajo de la cama, y salgo de la habitación revisando que no me he dejado nada. Antes de abandonar el piso, lo observo y recuerdo los momentos en este lugar.

'Me habían contratado por fin en la empresa, ya no tenía que trabajar en el garito ese de noche que olía a tabaco rancio. Entro por la puerta corriendo y me paro en el salón ante la mirada atónita de mis amigas que ven Supervivientes mientras se comen sobras de la cena de la noche anterior.

-Adivinad que me ha pasado.- digo ilusionada.

-¿Te ha dado match un tío guapísimo en Tinder?- dice Martina con la boca llena de tallarines con soja.

-¿Tu madre ha muerto?- le sigue Bea con una risa.

-¡Me han contratado como secretaria en una empresa por fin!- chillo emocionada. Mis amigas saltan a mi lado y me abrazan chillando.

-¡Vamos a celebrarlo!- grita Bea corriendo a la cocina. Vuelve cantando 'We Are The Champion' de Queen con una botella de champán burbujeante (ese del Mercadona baratucho). Cogemos cada una un vaso y brindamos entre risas.

-¡Por mi nuevo comienzo!- grito con una sonrisa que no cabía en mi cara.'

Sonrío tristemente y salgo del piso. Voy andando hasta mi antigua empresa, y voy al mostrador de recepción de mi planta. La recepcionista llama por teléfono a Marco, y este permite que vaya a firmar. Dejo mi maleta en mi despacho, y camino con paso decidido hasta el despacho de Marco. Tras dar unos golpecitos en la puerta, su voz me permite la entrada. Me espera con los brazos cruzados sobre su pecho, con una camisa y unos pantalones de vestir grises oscuros.

-Hola.- digo mirándolo a los ojos.

-Hola señorita Fernández, siéntese por favor.- se dirige tras su escritorio y se deja caer en su silla.- Lo primero de todo, siento lo de tu padre, era un ejemplo a seguir a nivel empresarial.

-Gracias.- digo con la boca pequeña.

Miro la hoja que tiene en las manos, y veo que es la del despido. Me la tiende y me da un bolígrafo. Lo leo apresuradamente y firmo en todos los huecos. Me levanto y dejo el folio sobre la mesa. Salgo de su despacho y voy al mío para llevarme lo necesario. Abro mi bolso, y meto los bolígrafos, marcos de fotos con mis amigas y cuadernos que son míos.

-Ha sido un placer tenerte como secretaria Marlena.- me giro y lo veo apoyado en el marco de la puerta. Sigo guardando cosas y oigo que ha cerrado la puerta.- No quiero dejar lo nuestro así, ¿vale?

-Que te den.- le digo escueta. Sus pestañas revolotean confusas.- Eso es lo que me dijiste, sin escucharme ni nada.

-A ver Marlena, entiende que no me respondías a los mensajes, y la última vez que nos vimos, dejamos claro que éramos pareja. Se lo conté todo a mi familia, y a los días me mandan una foto tuya de la fiesta en Roma, besándote con un cantante.

-Marco, estaba ingresada, mi padre muerto, y mi móvil apagado.- le digo mirándole seriamente a los ojos.

-¿Y ahora qué vas a hacer?- me pregunta cambiando de tema.

-Me voy a Roma.

-Con el cantante seguro, ¿me equivoco?- me interrumpe.

-Pues sí. Me voy a Roma para trabajar como jefa en la empresa familiar. Viviré en la casa que tengo allí.- Marco se ha quedado de piedra ante mi respuesta.

-Entonces, ¿no estás con el cantante ese?- niego con la cabeza y veo como cierra los ojos.- Bueno...

-Bueno yo me voy que pierdo el vuelo.- le doy un golpecito en el hombro y le regalo una sonrisa.- Adiós Marco, espero que le vaya bien a la empresa.

Antes de que pueda decirme algo, salgo de mi despacho y me monto en un taxi que me esperaba en la calle. En el aeropuerto me quedé 4 horas haciendo tiempo, ya que mi avión salía más tarde. Entre café y café, por fin mi avión despegó y volví a Roma. Como eran las 12 de la noche de un domingo, no había taxis. Sí, me tenía que ir andando a casa. P-R-I-N-G-A-D-A. Arrastrando la maleta por la acera a oscuras, pienso en todo. ¿Estaba haciendo realmente lo que quería? Empiezo a cantar bajito 'Set Fire to the rain' de Adele, y a la vez voy contando las losetas que voy pisando. El claxon de un coche me asusta y hace que pegue un chillido soltando la maleta de golpe y porrazo. Baja la ventanilla y un hombre se asoma confundido.

-¿Adónde va?- me pregunta. Me suena muchísimo su cara pero no consigo saber quién es.

-A las casas blancas de la urbanización al norte.- le digo recogiendo la maleta del suelo.

-Yo también voy hacía allá, ¿subes?- miro las pintas del coche, y veo que pinta de secuestrador no tiene. Asiento y me dirijo al coche. Meto la maleta, y me siento en el asiento del copiloto. El hombre tiene una expresión feliz, y se ve buena persona con lo que bajo la guardia.- Cantas muy bien, ¿te dedicas a eso?

-Eh, no, soy empresaria.- le digo con una sonrisa.- Pero gracias.

-Nada mujer, es la verdad. Lo que te he escuchado me ha gustado mucho.- me mira un momento y frunce el ceño.- ¿Yo a ti te conozco?

-Yo...- antes de que pueda contestar, el hombre para y señala la casa.

-Yo paro aquí.- me desbrocho el cinturón, al igual que él. Me da una tarjetita y me sonríe mientras nos bajamos del coche.- Soy Max de una productora, si alguna vez te interesa llámame.

-Gracias.- ando calle arriba y veo que he llegado pronto a mi casa. Espera. Me giro, y veo a Max entrando en la casa de ¿Dan? Miro en el coche y veo una pegatina del logo del primer disco de Dan. Claro, Max su productor. Nos conocemos de la primera vez. Corro a mi jardín y entro en la casa apresuradamente. Una nota en la puerta me llama la atención.

'Si necesitas algo no dudes en llamarnos, ¿vale? Te queremos. Tus brothers.'

La casa está a oscuras y sumida en un absoluto silencio. Dejo la maleta en la entrada y tiro los tacones por el salón. Me tiro al sofá con plan de ver una peli, pero todo se chafa cuando me quedé profundamente dormida.

Lo que nos devolvió el mar. (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora