30. Si quiero casarme contigo.

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-Sí quiero casarme contigo.- le digo frente a su puerta.- Y cuanto antes mejor.

Toni enarca una ceja y sonríe. Asiente y me abre sus brazos.

-Pues intentaré hacerlo para... ¿Mañana?- me pregunta tras besarnos. Asiento y este coge el teléfono para llamar a Bella.

Nada más salir de casa de Dan en LA, y montarme en el avión, supe que tenía que decir que sí a Toni. ¿Por qué? Pues porque si no me iba a quedar sola. También sentía algo por Toni...Si...No... Mmm no sé, lo importante es que me caso mañana. ¡Que me caso!

-¿Marlena ha pasado algo?- dice Samuel a través de la línea.

-Sí, que mañana me caso.- le suelto de golpe.

-¿Qué haces qué? ¿Con quién?- su voz parece angustiada.

-Con Toni, quedáis invitados tú y los otros, cada uno con su respectiva pareja.- le mando besitos y cuelgo. Miro a Toni, quien también habla por teléfono con su familia para darle la noticia. Cuelga y se dirige a mí con una sonrisita.

-Estas loquísima, ¿sabes?- me rodea la cintura y pega su barbilla a mi cabeza.

-Y tú por querer casarte con dicha desquiciada mental.- digo rodeándole el cuello con una risita.- Oye tengo que ir a comunicárselo a Vera.

-¿No será muy incómodo que estén las dos juntas?- le miro y niego con la cabeza. Le doy un beso y salgo de la casa en busca de Vera. Le encuentro fumando en un banco de una plazoleta con los cascos puestos, mirando como un vendedor de joyas ambulante, crea un collar. Me siento a su lado y sonríe al verme.

-Hombre Marlena, ¿qué tal? ¿Novedades?- dice quitándose los cascos.

-Me caso mañana Vera.- digo poniendo las manos sobre mis muslos e intentando sonreír lo menos forzado posible.

-¿En LA o aquí? Opino que las iglesias son más bonitas aquí, pero vamos que si vos...

-No es con Danilo, Vera. Es con Toni.- le interrumpo. Ella me mira atónita y tira el cigarro mientras niega lentamente con la cabeza.

-Marlena, no es verdad.- asiento y me coge de las manos.- Sé que tú no quieres a Toni como quieres a Danilo.

-Vera, en LA lo pillé acostándose con otra... Y Nate me reafirmó que estaba rehaciendo su vida.- le aclaro con las palabras que salen de mi garganta atragantadas.

-Marlena conozco a Dan, y eso no es verdad.

-Vera yo lo vi.- le digo ya enfadada. She knows...

-¡Y yo viví con él media vida!- me chilla enfadada.- Él nunca había sufrido con una chica como contigo. No suspiró como contigo. Joder Marlena, toma buena decisiones.

-¿Tomar yo buenas decisiones? Habló la que ha tirado por la borda una amistad tan solo por declararse.- y me arrepentí cuando vi que el entrecejo que estaba fruncido se relajó, y sus ojos se tornaron en un azul cristal.- Vera...

-Que te vaya genial en tu matrimonio Marlena.- dice cogiendo su mochila. Me mira por última vez y sale de la plazoleta por una calle.

Entierro la cabeza en mi regazo y pego un chillido. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Desde pequeña había sido una vida desastrosa, que creía que cuando por fin me pude librar del amante de mi madre, había mejorado. Error. Equivocada. Me levanto y voy a casa de Bella para no dormir en la misma casa que Toni. Va con un mono de pijama cuando me abre la puerta con una sonrisa.

-¡Futura novia!- me grita emocionada. Me abraza y esbozo mi mejor sonrisa (tremendamente forzada).- Ya tengo tu vestido, y todo esta organizadísimo.

-Eres la mejor wedding planner que hemos podido encontrar.- digo entrando en su casa.

Para que voy a mentiros chicos, mientras Bella me hablaba sobre todas las cosas de la celebración, no estaba atenta. Solo asentía. Mi mente estaba ausente, no asimilaba lo que iba a ocurrir. El teléfono me vibró varias veces con mensajes de mis hermanos que ya habían llegado, y más que borré antes de que aparecieran en pantalla. Me acosté en la cama sin poder pegar ojo, mirando el vestido blanco colgado del armario. Me iba a casar. Me iba a casar. Y le quiero. Le quiero. Mentira.

'El patio del recreo está rebosar de niños y niñas jugando. Carlos, Bea y yo nos encontramos bajo nuestra canasta de siempre, comiendo chuches de la tienda de la tía de Bea.

-Tía ahí viene Luis.- me dice Carlos emocionado. Carlos era el típico guaperas de la clase, que jugaba al fútbol, y olía a Axe chocolate.

-Hola Marlena.- me dice con un intento de voz seductora. Intento.

-Hey.- le espeto comiendo regaliz.

-Quería decirte que si hoy nos casamos en el olmo a la salida. ¿Aceptas?- dice sonriéndole a mis amigos. ¿Casarme? Puaj no. El matrimonio solo trae problemas mira papá y mamá...

-Lo siento Luis, no estoy interesada.- digo diciéndole adiós con la mano. Este se va, y Bea me mira incrédula.

-¡¡¡Tía!!! ¿¡En serio!?- exagera.

-Bea no me voy a casar con 12 años. Yo me casaré el día de mañana con alguien que me quiera como yo quiero al regaliz. Como Romeo a Julieta. Ah, y yo también tengo que quererlo, obviamente.- digo riéndome. Mis amigos se ríen y me tienden la bolsa de regalices.'

Ese recreo juré que me casaría de blanco, con la gente que me quería a mí alrededor, y con un hombre que no representara al típico príncipe azul. Me levanto sobresaltada y dos lágrimas corren mejillas abajo. Miro la hora y veo que tan solo queda unas horas para la boda. Me meto en la ducha, y abro el grifo para silenciar mis suspiros. Bella me interrumpió a los 15 minutos metiéndome prisa diciendo que la maquilladora y peluquera estaban aquí.

-Vamos a ponerte divina.- sonríe la maquilladora.- Aunque estas muy pálida, ¿te encuentras bien?

-Los nervios.- dice Bella mirándome. Ni asentí ni nada. Estaba como flotando en una supuesta verdad.

Tardaron horas las cuales me parecieron eternas. Me colocaron el vestido y me obligaron a mirarme en el espejo. El vestido blanco es de escote corazón, estrecho hasta la cintura, donde nace una vaporosa falda que cae hasta el suelo. De maquillaje, son todos amarillentos y anaranjados, con un moño bajo y un velo largo como peinado. Sonrío y les doy las gracias a las estilistas. Bella a mi lado va con un vestido estilo sirena amarillo claro, y su melena planchada.

-¿Estas preparada?- me dice mi hermano sujetándome del brazo. ¿Cuándo había llegado a aquel lugar? Ni me había enterado de qué ya estaba a punto de aceptar el matrimonio con Toni. Boca seca, aliento casi inexistente, y las manos heladas. Así estaba.

-Sí, si.- digo en apenas un susurro. La marcha nupcial comienza a sonar, y nos adentramos en el pasillo del jardín donde los invitados sentados en sillas de tela blanca me observan con sonrisas amplias. Toni en el altar de madera me mira sonriente y con los ojos llorosos. No, no podía hacerlo. Me estaba mintiendo a mí misma. Estaba mintiéndole a él. Estaba mintiendo al mundo. Me suelto del brazo y miro por última vez a Toni. Me arremango el vestido y comienzo a correr, con vestido, velo, tacones, carretera abajo. Escuchaba gritar a los invitados tras de mí. Los gritos de que estaba loca, de que era una desgraciada, o que parara. Pero yo solo escuchaba:

Corre y no mires atrás. Ve, y consigue lo que un día perdiste.

Lo que nos devolvió el mar. (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora