CAPITULO 8: TE ESPERA UNA SORPRESA

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MARATON 2/3

PVO ALESSANDRO

Conducía por el bosque lo mas rápido que podía para llegar a casa. Había quedado con Ansel para ir a Lincoln a coger sangre del hospital. No nos quedaban mucha y teníamos que ir cogiendo en diferentes sitios para que no sospecharan. No todos bebíamos sangre en bolsa. Erik y Braden preferían beber de la "fuente", como lo llamábamos nosotros. Y a mi, de vez en cuando, también. Por lo que sabia, Ansel también lo hacia, pero no mucho. Eso si. Siempre teníamos cuidado. Nunca matábamos a nadie y elegíamos presas fuertes y resistentes. Ademas de que contábamos con el control mental y algunos suertudos con sus "dones". Los únicos que seguían una dieta rígida de sangre donada eran mis padres y Katerina.

Sonreí al pensar en la pequeña Aria. ¡Era tan fácil hacerla feliz! Y le encantaba ridiculizar a su hermana. Pero le sentaba muy bien el rojo a sus mejillas. Por un momento pensé que le iba a dar una taque ante el comentario de su hermana. A mi casi me lo da. Y debía de reconocer que cuando la vi vestida de aquella manera le había dado gracia. La camiseta grande le hacia parecer mas pequeña, pero a la vez le daba un aire sensual. Me hacia pensar en como estaría ella vestida solo con mi camiseta. Me concentre en la carretera cuando un coche me pito. Rosslyn me había desconcentrado.

Ansel me esperaba sentado en las escalera de entrada, dibujando en su cuaderno. Al verme, cerro el cuaderno y entro en el coche. Estuvimos callados durante un largo tiempo mientras Ansel seguía con sus dibujos. A veces se tiraba días sin salir de su habitación por que estaba pintando. Le apasionaba.

-¿Que tal estaba Rosslyn?- pregunto de repente Ansel.

-Mucho mejor. Tenia buena cara. Le di la sopa de Erik para que se mejorara.

-¿A mencionado algo de lo que vio?- Ansel seguía dibujando.

-Pues... no. No me ha dicho nada. Se golpeo la cabeza fuerte, así que supongo que no vio mucho.- dije aquello intentando convencerme a mi mismo.

-Si... tal vez crea que fue un sueño lo que vio...- había levantado la vista del cuaderno. Miraba al frente. Estaba teniendo una visión. No duro mucho. Parpadeo un poco y siguió con su dibujo.

-¿Que has visto?- las visiones de Ansel podían suceder o no. Todo dependía de las decisiones que tomaran.

-Pues que yo de ti tendría cuidado con lo que comes esta noche. Te espera una sorpresa.

Habíamos llegado al hospital. Había cogido una bolsa negra de deporte del coche y, gracias a la capacidad de Ansel de encontrar cosas, encontramos la sala de donaciones vacía y toda para nosotros. Aquello parecía un buffet. Abrí la bolsa y empezamos a coger donaciones de todas las clases para que no se notara la diferencia. Una vez terminado el encargo, decidimos ir a tomar unas copas.

Por lo que sabia, The Rabbit Hole era regentado por una bruja. Se llamaba Ingrid. Se notaba que tenia sus años a pesar de que físicamente tendría unos treinta. No nos miro con buenos ojos pero tampoco nos echo. Nos sirvió dos copas de bourbon y se alejo de nosotros. Estaba acostumbrado a aquellos tratos. No todas las brujas eran malas al igual que no todos los vampiros lo eran. Los lobos... esos ya eran otra cosa. Como mi hermano me había dejado tirado por su cuaderno y ademas quedaba mucho camino hasta llegar a casa, decidí salir un momento a tomar un trago de verdad.

Había visto que afuera había un grupo de motoristas. Escondido entre las sombras, vi como uno de ellos se alejaba del grupo. Vi mi ocasión de alimentarme y lo arrastre al fondo de un callejón. El hombre forcejeo un poco, pero no era nada que no pudiera controlar. Terminado mi tentenpie, volví junto a mi hermano.

-Ya estoy aquí...

-¿Cuando te habías ido?- pregunto Ansel confuso. Ya era muy tarde y eramos los únicos en el bar.

-¿No te has dado cuenta?- Ansel negó aburrido. Volvió a su cuaderno.- ¡Vaya hermano mas guay estas echo!

-¡Es lo que hay!- dijo sin mirarme.

Apure mi baso y el de mi hermano. Ni siquiera había tocado su copa. Cuando se encerraba en su mundo, Ansel era un poco muermo. Pero lo queríamos igual. De repente, la cabeza empezó a dolerme a horrores. Era como si me estuviera a punto de explotar. Empece a gritar de dolor y Ansel salto a cogerme antes de que me cayera al suelo desplomado. Nos giramos al oír una voz femenina a nuestra espalda. Era Ingrid. Estaba recitando un conjuro. Asinta Mulaf hinto. Todo se empezó a oscurecer y antes de que se cerraran mis ojos pude oír la voz de Ingrid que decía:

-¡Lo siento! No es nada personal. Él te necesita a ti y tiene algo que me pertenece.

Beaton HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora