Capítulo 28: Tortura

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PVO ALESSANDRO

-Aah!- se quejo Ross. Vi como abría los ojos lentamente y parpadeaba varias veces para acostumbrarse al fluorescente.
-Rosslyn! ¿Me oyes?- le susurre.
-¿Donde... donde estoy?- pregunto con la voz cansina.
-Ross!- volví a insistir.
-¿Alessandro?
-Sí, amor, estoy aquí.- dije con toda la dulzura que me permitían mis ataduras.
-Oh, Alessandro.- dijo con voz lastimera.- No te veo. ¿Donde est..?- cuando levanto la mirada, supe por su cara de dolor y horror que me había visto y lo que veía no era nada bueno. Las lágrimas empezaron a caer por su cara.- Oh, Alessandro. ¿Qué te han echo?
-Tranquila... sobrevivire.-《o eso espero》digo con la voz más animadora que puedo. Pero de nada sirve. Estoy colgando del techo, con la camisa abierta y el torso lleno de sangre. Me duele todo. Pero es el precio que tenia que pagar a cambio de la seguridad de Rosslyn.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué hacemos aquí?- me pregunta mientras intenta librarse de sus ataduras. Pero desiste al darse cuenta de que es inútil. Esta esposada a una silla de metal de pies y manos. Apenas a movido su silla unos milímetros.
-¿No recuerdas nada?-pregunte algo extrañado. Ella frunció el ceño y supe que se estaba esforzando por recordar.
-Alguien entro en la casa y nos atacó.- de pronto las lagrimas empezaron a caer por su rostro y se retorcido más en sus ataduras.-¡No! No, no, no, no... tengo que salir de aquí.
-¡Ross calmate! ¿Qué pasó?- le urgi mientras yo mismo me retorcía en mis ataduras temiendo lo peor.
-Hiri-ieron a Derek. U-una chica lo-o apuñaló. Era-a grave.- tartamudeo con tristeza. Luego se miro el abdomen.
-Les suplique que te curarán la herida.- le explique al ver que no entendía la venda en su herida.- Ross, por favor, mirame.- se sorbio los mocos y se restrego la cara contra el hombro para quitar las lagrimas de sus ojos antes de alzar su vista hacia mi.- Te prometo que te sacaré de aquí. Cueste lo que cueste.

Me pareció ver un atisbo de sonrisa en su cara antes de que volviera a derramar unas cuantas silenciosas lágrimas. Odiaba verla de esa forma. El tiempo pasaba muy lentamente. Nuestro carcelero no se manifestó en ningún momento. Pero al segundo dia, Nathan al fin hizo acto de presencia.

-Buenos días. Alessandro, tienes buena cara.- me saludo al entrar por la puerta.
-El truco es dormir colgado del techo. Pruebalo, te lo recomiendo es muy cómodo.- dije devolviendole la broma.
-Ya... Rosslyn, mi querida niña. Tu, sin embargo, estas fatal. ¿Andas preocupada con algo? No deberías fruncir tanto el ceño, te saldrán arrugas prematuras. Y un rostro como el tuyo hay que cuidarlo.- dijo mientras se acercaba más a ella. Ross ni siquiera lo miro. Fijo su vista en mi mientras el daba vueltas a su alrededor, pasando sus dedos por su cara y cuello.- En fin... he tenido que recurrir a este método. Se lo advertí a tu tío, pero no me escucho. Me hubiera conformado con Aria. Pero entre tu y yo ya ha nacido un vínculo que no quisiera dar de lado.
-Ve al grano, Nathan. ¿Qué quieres de ella?- le urgi impaciente.
-Solo quiero ayuda. Quid pro quo.
-En serio? Es una broma de mal gusto. Y cual es nuestro pro quo, ¿no nos matarás? - me reí sin ganas.
-Qué te parece, Ross... ¿hacemos un trato?
-Jamás...- susurro Rosslyn.- jamás haría un trato con una mierda seca como tu. ¡Asqueroso hijo de perra!- gritó Ross en su cara, lo que se ganó un bofeton y que de mis muñecas cayera otro reguero de sangre.
-Bien... mañana volveré. Espero que una noche de sueño cambie tu forma de pensar.- y se fue de la habitación. Y en lo que quedo de día, ninguno dijo nada.

PVO ROSSLYN

En algún momento del día me quede dormida. No soportaba ver a Alessandro de aquella forma. Sus brazos no dejaban de sangrar. También se me aparecía la imagen de Derek sangrando. Y lo único que me venia a la mente es que todo aquello era por mi culpa. ¿Por qué no habría nacido hombre? Todo hubiera sido más fácil.

Decidí que ya era hora de abrir los ojos. Pero cuando lo hice no estaba en la misma habitación. Esta era más grande, como un salón de baile. Alessandro seguía colgado frente a mi, pero esta vez su cuerpo estaba más estirado.

Beaton HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora