Capítulo 1

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—Estoy en la habitación de Sam jugando, estoy algo acalorada de tanto saltar y correr, voy a la ventana a tomar un poco de aire y allí veo al sexi vecino sin camisa y se me va todo el aliento.

Es alto muy musculoso y unos abdominales de muerte, piel tostada por el sol, cabello café. Me percato que no me ve.

Está allí de pie mirando algo en su celular y suelta una sonrisa de lado que le marca unos preciosos hoyuelos en sus mejillas.

Todo él grita masculinidad y arrogancia, mi cuerpo se detiene por completo. Que dios griego tengo delante de mí, será que estoy alucinando.

Termina de observar lo que sea que está observando en su celular.

Me quito de la ventana antes que me descubra espiándolo, o más bien admirando su lindo cuerpo.

Recuerdo lo que me comentó mi vecina Emma, que nuestro vecino era todo un Bombón, ella lo había visto hace unos días y no dejaba de hablar de su lindo y formado trasero.

No le pude observar el trasero, claro está, pero con lo que observé no hizo falta observar nada más. Emma se moriría si se lo contase, me pediría detalles, y sí que no estaba yo dispuesta a dárselos.

—¡Mamá!, dice Sam. Sale corriendo hacia donde estoy y lo atrapo entre mis brazos. Mi pequeño tiene rostro redondo, ojos color miel y cabello castaño.

Mi celular Suena, y es nada más que Emma.

—Hola Emma —contesto algo rápido.

—Qué tal Sara —responde con un grito—. Era para recordarte que la fiesta de las gemelas es hoy.

—Claro Emma me los has mencionado como mil veces. Ja, ja, ja.

—Sara faltaste el día de mi cumpleaños.

—Sabes que se me presentó una urgencia, nunca me lo vas a perdonar —refuto.

—No te lo perdonaré —contraataca—. Sabes que te perdiste de ver a los chicos como Dios los trajo a este lindo mundo.

—Logré ver a tu vecino —expreso para cambiar de tema antes que me sermoneé.

Y no me pudiste llamar para mencionarlo —chilla, que me despego del celular porque me puede dejar sorda.

—Yo apenas lo vi te llamé para describírtelo de pies a cabeza. ¡Qué ingrata! Y dices ser mi amiga —declara.

—Emma cálmate, acuérdate que tienes un esposo —repiqué—, imagínate si se entera de que estás pendiente del nuevo vecino.

—No metas a Tom en esto, además tú vives al lado de ese bombón, tienes más oportunidad de encontrarlo. Sé que te hace falta un hombre para que no seas tan amargada —contraataca con desafío. Sé que me quiere molestar, porque no caigo en su juego.

—Sara te dejo, ya se terminó mi tiempo libre, te veo esta tarde. Besos a Sam.

Se despide como siempre lo hace, a las carreras.


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Nos dirigimos al cumpleaños de las gemelas.

Emma me abre la puerta.

—¡Sara! — exclama eufórica. Me arranca a Sam de los brazos y le da un sonoro beso. Emma es morena y posee una piel preciosa color miel dorada. Los ojos le hablan por sí solos; son enormes y pardos, enmarcados en unas pestañas inmensas y tupidas negras también. Lleva el pelo larguísimo y ondulado. Luce unos vaqueros negros de marca, ajustadísimos a la cintura, que, por cierto, es muy baja, y una camiseta negra.

Veo que las gemelas Elena y Elisa se acercan y les doy un abrazo, las dos están vestidas iguales.

Les entrego, a cada una, su regalo.

—Gracias Sara —dicen al unísono—. ¡Feliz cumpleaños, chicas!

Emma suelta a Sam y las gemelas se lo llevan agarrado de las manos junto a un grupo de niños.

—Que empiece la fiesta exclama Emma. —La casa es inmensa tiene una piscina y un jardín igualmente grande.


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Estoy regresando a mi casa después del cumpleaños, meto la mano en mi cartera para sacar las llaves, ya que llevo a mi pequeño en mis brazos dormido. Cuando las logro agarrar se me resbalan y caen al suelo, cuando me dispongo a tomarla

Haciendo malabares.

—Te ayudo —menciona una voz masculina y desconocida. Y para mi mayor sorpresa es nada más y nada menos, que mi sexi vecino. En qué momento se me acercó, ¡por Dios! Justamente estaba  distraída. Se agacha y toma las llaves.

—Mi nombre es Hunter —menciona con una sonrisa de lado que le marca sus preciosos hoyuelos. No puedo evitar recorrerle el cuerpo con la mirada atónita, despacio, disfrutando de cada una de las partes, desde el espigado cuello, los hombros bien torneados, el pecho firme, el vientre plano. Si supiera que lo había visto, y que me imaginé muchas cosas lujuriosas con él.

Soy Sara —me arden las mejillas.

—¿Y tu pequeño cómo se llama? —pregunta.

— Sam. —contesto; ¿por qué pregunta por el nombre de mi pequeño, quiere sacarme conversación?

—¡Hola campeón! —Sam lo saluda con su pequeña mano algo adormilado.

— Debe mimarlo mucho su padre —comenta Hunter. Quedo callada, ¿ahora ésto? Qué le pasa a este chico, no llevamos ni dos minutos de conocernos y pregunta por el padre de Sam, definitivamente es muy confianzudo.

—¿Dije algo malo? —pregunta algo apenado. ¿Qué si dijo algo malo?, este hombre es muy descarado. Le arranco las llaves de las manos.

—Debo entrar —cierro la puerta y ni me despido.

Me asomo en la ventana y él sigue allí parado con las manos en los bolsillos, hasta que da media vuelta y se marcha. 


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Bienvenidos a esta nueva historia. Espero que les guste tanto como a mí escribirla.

Si ya leíste todo, solo queda darte la bienvenida de todo corazón.

            ¡Gracias por darle una oportunidad a esta historia! 


Mi  Vecino Me Enloquece ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora