Capítulo 12

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CAPÍTULO 12

CORAZÓN PARTIDO.

Mi corazón late con ganas de salirse, siento el alma tan vacía y mi cuerpo vagar como un zombi

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Mi corazón late con ganas de salirse, siento el alma tan vacía y mi cuerpo vagar como un zombi.
Me duele demasiado tratar a Diana de esa manera, pero quiero alejarla de mí como sea, amo tanto a esa chica como nunca llegué a imaginar, su manera de preocuparse por mí, su carácter, su forma de ser, en tan poquito tiempo se apoderó de todo mi ser.

La conozco tanto y a la vez tan poco, que soy capaz de jugar todo a favor de ella.

Y simplemente sí, en tan poco tiempo de haberme tratado con ella, solo la amo.

—Alexander, hay muchos tipos de tratamientos. —informa el doctor viéndome fijamente. —el más eficaz es el trasplante  de médula ósea.

—Su padre y yo hemos hablado con él sobre ese tema, pero él se niega. —dice mamá con cara de querer convencerme.

—Alexander haz caso a tu madre, solo queremos que te cures. —dice nuevamente el doctor.

—Soy mayor de edad ¿no? No pueden obligarme a nada que no quiera. —digo regio. —y si no hay más nada que decir, con permiso.

—Alex... —la ignoro, y me retiro.

Camino por los largos y claros pasillos del hospital, cada vez más siento mi mundo derrumbarse, mi cuerpo está aquí, pero mi alma está en el limbo. Desde aquella mañana mi vida cambió por completo, no sonrío, no como, no duermo, y definitivamente no vivo.

Hay tantos pensamientos en mi mente que llego a casa sin siquiera darme cuenta, me detengo antes de entrar y mi corazón se acelera amenazando con salir, tan solo el sentir su presencia me derrite, ella está ahí y me mira con sus hermosos y perfectos ojos color cafés.

Pero su mirada se desvía y es como si no me viera, aunque duele, es mejor así, yo no podría ofrecerle nada, la amo tanto que no quiero que ella pase por toda esta mierda conmigo.

Así que no hago más que subir a mi habitación a llorar como un estúpido niño pequeño.

Ha pasado una semana, Diana ni siquiera me dirige la palabra y aunque es lo que quería, no voy a negar que me duele, por otro lado, mamá y papá no dejan de insistir con el tema del trasplante y las quimioterapias, y ha decir verdad, me tienen harto con el mismo tema.

—¿Qué te parece un partido después de clases? —dice Anthony mientras caminamos hasta los casilleros.

—No tengo ánimos para eso. —bufo y empiezo a guardar los libros que cargaba en mi casillero.

—No me digas que tienes miedo porque gané la partida pasada. —ríe burlón.

Sonrío desanimado y acepto.

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora