CAPÍTULO 21
¿QUÉ QUIERES, ALEXANDER?
—Estoy súper cansada, —le digo a Rebeca mientras mis pechos suben y bajan al ritmo de mi respiración agitada.
—Igual yo, creo que ya no doy más, —dice tratando de tomar aire.
Estamos en clase de educación física y llevamos corriendo más de quince minutos, no entiendo para qué diablos servirá eso. O sí, tal vez para ponernos buenotas o huir de los delincuentes.
—Diana, —¡Dios! ¿Acaso estoy soñando?
Giro lentamente pensando qué tal vez estoy equivocada, y no... ahí está Alex, de pies frente a mí.
—¿Podemos hablar un momento?
—¿Qué quieres Alexander? —Sí, uso sus mismas palabras.
—¿Podemos hablar? A solas.
—Estoy ocupada, —digo indiferente y cruzo los brazos sobre mi pecho.
—Entiendo que estés enojada, pero solo será un momento, —insiste.
—Bien, se breve porque tengo cosas que hacer.
—Diana... ya estoy listo para tomar el tratamiento y que estemos juntos, —una sonrisa escapa de sus labios. Por dentro brinco de felicidad, pero actúo indiferente.
—¿Y qué? ¿Dijiste a está la voto y la recojo cuando quiera? Me alegra mucho que hayas decido coger el tratamiento, y espero que te recuperes, pero no soy un objeto al que puedes desechar cuando quieras.
—Diana, entiéndeme, tenía miedo.
—Y te entiendo, juro que te entiendo Alexander, pero no pienso arriesgarme a que vuelvas a lastimarme, —veo como el brillo de sus ojos se apaga de inmediato, me duele, pero no puedo acceder.
—Tienes toda la razón en estar así.
—Anda, coge las terapias y mejórate, yo te apoyaré... como una amiga.
—Es que no te quiero como una amiga Diana.
—Es lo único que puedo ofrecerte, —dicho esto me retiro.
—¿Qué pasó? ¡Cuéntame! —dice Rebeca impaciente.
—Alex va a tomar las quimioterapias y... me pidió que regresáramos.
—¿Y? ¿Qué le dijiste?
—Que me alegro mucho por él pero... no podemos estar juntos.
Su rostro cambia a tristeza de inmediato.
—Hiciste lo correcto, entiendo que esté pasando por un momento difícil, pero eso no le da el derecho de andar hiriendo a las personas, menos a quienes lo quieren de verdad.
Suspiro.
—Ya no tengo ganas de seguir.
—Vamos a los vestidores, necesito agua fría, —propone, y empezamos a caminar.
Fue un día difícil y pesado hoy en la escuela, tengo un montón de tareas y mi habitación está echa un desastre, después de ducharme y vestirme con algo cómodo me coloco los auriculares para recoger un poco. Papá salió con Lucas y Melissa, así que, estaré tranquila un buen rato.
Después de lograr organizar un poco coloco mis libros y cuadernos sobre mi escritorio para empezar a estudiar, estoy algo cansado luego de haber recogido tanto, pero si dejo las clases para otro día terminaré por no hacerla.
—Diana, cariño, —escucho la voz de mi padre en un susurro y contesto con un "uh" —despierta, traje hamburguesas, —dice y lentamente abro los ojos.
—Creo que me quedé dormida mientras estudiaba, —balbuceo.
—Te espero abajo, —dice papá para luego retirarse.
Antes de bajar acomodo los libros en mi mochila y luego me encuentro con papá, Lucas y Melissa sentados en el comedor.
—Hola Melissa, —saludo amablemente y luego tomo asiento.
—Hola cariño.
—Y ¿Cómo estuvo tu día?, —pregunta papá.
—Con muchas tareas y ejercicios pero... bien, —dejo salir un largo suspiro.
—Sea lo que sea, todo va a mejorar, —comenta Melissa y le sonrío.
—Sí, gracias, —digo y luego empiezo a comer mi hamburguesa.
Siento una extraña sensación en el cuerpo, como un agridulce que recorre mi ser, me siento tan feliz de que Alex al fin haya entrado en razón, pero por ahora no puedo estar con él, tengo miedo de qué tal vez mañana se arrepienta y decida echarme a un lado una vez más, tengo miedo a que las cosas vayan a salir mal.
Una vez que termino de cenar me despido y subo a mi habitación, observo unos instantes por mi ventana y una frisa fría se cuela por ella, la casa de al lado está a oscuras, ya es un poco tarde.
Cierro la ventana y luego las cortinas, me recuesto sobre mi espalda en la cama y observo el techo mientras miles de pensamientos se apoderan de mi mente.
Todo va a estar bien.
Me repito varias veces en mi cabeza.
Yo estaré con él, le ofreceré mi amistad hasta estar segura de que otra vez no me hará daño, amo a ese chico y deseo más que nada estar a su lado, pero el miedo que se ha creado en mi cabeza es más grande, no quiero salir lastimada aunque sé que lo que él siente por mí es sincero. Alexander es un chico bueno y honesto, incapaz de hacer daño a propósito, pero nunca sabemos cuánto cambia una enfermedad a una persona, su manera de pensar es distinta, tratar de asimilarlo quizás sea difícil y alejar a las personas que no quieren quizás sea el camino más fácil para él, tal vez cree que de algún modo les está evitando sufrimiento.
Lulú ❤️
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El chico de al lado ©
Short StoryDiana es una chica libre, fiestera y muy segura de sí misma. Todo lo opuesto a Alexander, su muy atractivo, pero tímido vecino. Ella lleva prácticamente toda la vida enamorada de él, aunque nunca se a animado hablarle, pero unos sucesos los llevarán...