Capítulo 8

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CAPÍTULO 8

LA CONFESIÓN DE PAPÁ.

El ruido de la música retumba mis oídos, bailo al ritmo de la misma mientras canto y bailo como loca, el desastre en mi habitación es inmenso, y ya que es viernes por la noche decidí organizar un poco

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El ruido de la música retumba mis oídos, bailo al ritmo de la misma mientras canto y bailo como loca, el desastre en mi habitación es inmenso, y ya que es viernes por la noche decidí organizar un poco.
Recojo la ropa de la cama para luego acomodarlas en mi closet.

—Listo. —musito arreglando los últimos detalles.

—¡Diaana! ¡Diaana! —escucho mi nombre lejos, pero por los audífonos en mi oído no logro descifrar si verdaderamente me llaman.

—Diana.

Me sobresalto volteándome bruscamente viendo a mi padre cruzado de brazos y los audífonos en sus manos.

—Lo siento, no te escuché.

—La cena está servida. —comenta dejando los audífonos sobre mi cama.

—Bajo enseguida.

Camino hasta la regadera y escucho la puerta de mi habitación cerrarse, me lavo la cara con un poco de jabón viendo mi reflejo a través del espejo.

Antes de abrir la puerta para salir observo la casa de al lado, pero la ventana está cerrada y llueve a cántaros.

A decir verdad, amo este clima.

Una vez que estoy abajo me siento en el comedor donde papá y Lucas ya esperaban por mí.

—Chicos. —habla papá y ambos ponemos la mirada sobre él. —¿Recuerdan que dije que quería hablar sobre algo con ustedes?

Asentimos y papá luce nervioso jugueteando con sus dedos.

—No se como decirles esto. —continúa y lo miro confundida. —Am... —suspira para luego empezar hablar. —conocí a una chica.

Yo quedo perpleja y Lucas se queda en silencio, él aún no entiende sobre estas cosas.

—Bueno, estoy conociendo a alguien. —continúa mientras pasa la mano por detrás de su cabeza.

—Papá. —hablo y él me mira fijamente. —no tienes que explicarnos nada. —le doy una sonrisa honesta y él suspira aliviado. —tienes derecho a rehacer tu vida, te ha desvivido bastante por nosotros.

—Gracias cariño.

Es sábado por la mañana, y la ciudad está húmeda después de haber pasado toda la noche lloviendo.
Mi cabello está echo un desastre, me levanto de la cama para luego observar la hora en mi teléfono, el cual marca las 09:15, en ese instante se dibuja el rostro sonriente de mi mejor amiga adornando la pantalla de aviso.

—¿Qué buscas despierta tan temprano un sábado? —es lo primero que digo al contestar.

—Estaré fuera de la ciudad hasta mañana. —comenta del otro lado del teléfono. —mamá irá a visitar a la abuela.

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora