Capítulo 4

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CAPÍTULO 4

ESTAMOS MÁS VIVOS CUANDO ESTAMOS ENAMORADOS.

Me siento feliz, no sé si sea duradero lo que está sucediendo, pero quiero aprovecharlo

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Me siento feliz, no sé si sea duradero lo que está sucediendo, pero quiero aprovecharlo. Me despierto con más ganas de ir a la escuela tan sólo para estar con ella, tal vez ella sólo esté siendo amable y quiera ser mi amiga, pero me conformo con eso, es mejor que nada ¿No?

Termino de ponerme el uniforme, y por primera vez me siento feliz de ir a la escuela. Bajo a la cocina donde encuentro a mis padres hablando en susurro como siempre, siento que me esconden algo, ya que siempre que llego cambian la conversación o simplemente dejan de hablar.

—Buenos días. —saludo y me dirijo al refrigerador.

—¡Buenos días! —contestan al unísono.

—¿Cómo te sientes, cariño? —pregunta mamá tomando un sorbo de su café.

—Estoy bien. —le contesto de mala gana.

Odio que me escondan cosas, y ya llevan mucho tiempo en eso. Ya he dejado de preguntarles ya que siempre obtengo la misma estúpida respuesta «Sólo son cosas del trabajo» como si yo fuera algún idiota par a creerme sus estupideces. 

—Ya me voy a la escuela. —informo dirigiéndome a la puerta.

—¿No vas a desayunar? —indaga papá mirándome fijamente.

—No tengo hambre, gracias. —digo y salgo de casa cerrando la puerta de un portazo.

POV ALEXANDRA. »Madre de Alex«.

—Estoy muy preocupada por Alexander. —le digo a mi esposo Ángel, mientras que él está con la mirada en su laptop. —¿crees que debamos contarle?

—Cariño, es mejor así. —dice tomando mi mano entre la suya. —no hay que preocuparlo, hay que dejarlo que sea feliz sin saber nada.

—Pero ¿y qué pasará cuando empiece a notarse? llevamos ya un tiempo escondiendo este secreto. —comento y él suspira pasando la mano por detrás de su cabeza.

—Cariño, él ahora está bien, hay que dejarlo. —me dice y asiento con la cabeza.

ALEXANDER

Estoy en la acera de mi casa esperando el autobús, observo disimuladamente a la casa de Diana y la noto salir en compañía de su hermano Lucas, no puedo evitar ponerme nervioso con tan sólo verla, está tan hermosa.

Rápidamente quito la mirada y vuelvo a mirar a la calle, el autobús ya se está acercando puedo escucharlo, volteo la mirada y ella está obserbandome ¿Qué mierdas hago?

—¡Hola! —grito moviendo mi mano en modo de saludo.

Ella sonríe y me devuelve el gesto.

Me acerco para subir al autobús y ella vuelve a sonreírme, y sin duda alguna que tiene la sonrisa más hermosa que jamás haya visto.

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora