Capítulo 15

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CAPÍTULO 15

LO QUE SE HACE CON AMOR, SE HACE BIEN.

Mientras nos besamos Alex me acuesta con delicadeza sobre su cama, el beso cada vez aumenta

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Mientras nos besamos Alex me acuesta con delicadeza sobre su cama, el beso cada vez aumenta. Tengo mis brazos alrededor de su cuello y su beso casi salvaje evita que el aire llegue a mis pulmones y no me importa, profundiza el beso explorando con su lengua mi cavidad mientras sus manos inquietas tocan cada parte de mi piel, me consume como leña al fuego estando entre sus manos, deleitandome con cada caricia, suspirando en su boca, hundiendo mis dedos en sus finos cabellos, gimiendo su nombre cuando sus labios marcan un camino húmedo sobre mi cuello.

Sus manos siguen recorriendo mi cuerpo pasando por mis caderas y terminando en mis piernas.
Al separarnos, los dos contamos con la respiración muy agitada y nuestros labios están algo enrojecidos y al mirarnos puede observarse la pasión que desbordamos.

—Alexander... te amo. —lo dejo salir y no me importa, lo siento y él tiene que saberlo.

—También te amo. —murmura y vuelve a besarme.

—Alex. —lo miro fijamente encontrándome con sus ojos azules. —déjame estar contigo, apoyarte, déjame quererte, no quieras luchar contra todo esto tú solo.

—Diana, no quiero esto para ti, no quiero que...—no lo dejo terminar.

—Yo quiero estar contigo, en las buenas y en las malas porque te amo, iremos juntos a las quimioterapias y te apoyaré en todo.

—No Diana, no iré a esas estúpidas quimio, ahora por favor. —señala la puerta. —vete, esto fue mala idea.

—No Alexander, no me iré. —digo firme.

—Diana, por favor.

—Por favor tú, Alex... actúas como si todo se terminara y no es así.

—Sí se terminó Diana, al menos para mí. —maldición como me duele verlo así. —ahora, vete por favor.

—Está bien, me iré, pero solo de aquí. —lo miro fijamente. —porque de tú vida no pienso irme.

Me dirijo hacia la ventana ya que es por donde entré, pero antes vuelto hasta él y lo beso como si toda mi vida dependiera de ello, sus labios no se resisten y corresponden mi beso con la misma intensidad, él me pega más contra su cuerpo y esto evita que quiera irme.

—Ya debes irte. —murmura contra mis labios.

Lo miro por última vez y camino hacia la ventana. —te amo. —digo en voz baja antes de empezar a bajar por la escalera que había puesto anteriormente.


Todo va a estar bien.

Todo estará bien.

Todo pasará.

Repito una y otra vez mientras estoy dando vueltas por toda la sala.
Ha pasado una semana, Alex al fin entró en razón y fue al hospital con sus padres para hacerse algún tipo de análisis y poder saber cual de ellos podría donarle la médula ósea.

Cruzo los dedos para que todo salga bien, quisiera estar con él en estos momentos, pero lamentablemente no se pudo.

—Cariño, debes relajarte. —comenta papá. —dando vueltas por toda la casa no resolverás nada.

—Estando quieta tampoco. —digo mientras me muerdo las uñas.

Estoy demasiado nerviosa, tanto que creo que ya no me quedan uñas en los dedos.

ALEXANDER.

Detesto este lugar, todo un año completo asistiendo a este hospital sin tener idea del porqué, definitivamente, mi madre sí que supo como guardar este secreto durante tanto tiempo.

Mis padres están en el laboratorio con el doctor Mendoza, estoy en la sala de espera como siempre, y juego con mis dedos mientras espero impaciénteme nervioso, espero recibir una buena noticia.

Han pasado cinco minutos y veo al doctor acercarse en compañía de mis padres, pero por la cara que trae lo más probable es que todo haya salido mal.

—¿Qué sucedió? —indago impaciente.

Mi madre suspira, pero no dice nada.

—¿Podría alguien decirme que sucedió? —presiono y subo más el tono de mi voz.

—Ninguno de tus padres puede ser el donante. —informa el doctor.

—¿Y qué se puede hacer? —pregunto nervioso.

—La única opción que nos queda es recurrir a las quimioterapias.

Maldición, ¿en qué momento mi vida se convirtió en esta mierda?

Todo mi mundo se viene abajo otra vez, siento que el alma poco a poco se me sale del cuerpo, pierdo la fuerza y caigo sentado nuevamente donde estaba, apoyo mis manos a mis rodillas y no puedo pensar, no puedo sentir.

Mi vida se va poco a poco y no puedo hacer nada.

—Campeón, todo saldrá bien... tranquilo. —mi padre intenta animarme, pero esto solo lo empeora.

—No, nada va a estar bien, mi vida se esfuma con cada segundo que pasa.

—No digas eso. —mamá se acerca hasta mí y me envuelve en un cálido abrazo. —tu padre tiene razón, todo estará bien.

Suspiro con cansancio y me levanto del asiento para empezar a caminar fuera de este horrible lugar, un lugar donde cada día, cada minuto, y cada segundo, una nueva vida llega... y otra termina.

Lulú ❤️

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Lulú ❤️

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora