Capítulo 13

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CAPÍTULO 13

LA CRUDA REALIDAD.

Ha sido difícil para mí volver a estar como antes, ya me había acostumbrado a estar con él y aunque fue muy poco lo que coincidimos simplemente me enamoré y me niego rotundamente a aceptar que él sea de esa manera

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Ha sido difícil para mí volver a estar como antes, ya me había acostumbrado a estar con él y aunque fue muy poco lo que coincidimos simplemente me enamoré y me niego rotundamente a aceptar que él sea de esa manera.

Lanzo los dados sobre la mesa y estos marcan los números cinco y cuatro.

Es fin de semana y planeábamos ir al cine, pero de repente empezó a llover y decidimos quedarnos en casa jugando al Monopolio, y viendo películas.

Las risas hacen ecos por toda la casa, y siendo sincera después de que mamá murió nunca había visto a mi padre volver a ser tan feliz como lo es ahora, me alegra mucho que haya encontrado a Melissa después de todo.

Al caer la noche Melissa preparó chocolate caliente y continuaron viendo películas en la sala de estar, pero no pude evitar tener sentimientos encontrados y decidí venir a mi habitación.

Decido ya no darle más importancia a lo que sucedió, después de todo Alexander resultó no ser como pensaba y yo sabía vivir perfectamente sin él, aunque lo quisiera.

La alarma empieza a sonar en mi mesita de noche, es lunes por la mañana y no tengo ánimos de nada. Intento alcanzar el despertador, pero solo logro que este caiga al suelo.

Intento quedarme dormida, pero el despertador no deja de hacer ruidos en el suelo, así que me levanto después de gruñir y maldecir por lo bajo.

—Buenos días cariño. —papá me saluda con la mirada fija en el periódico, solo me limito a darle una sonrisa forzada.

Estoy de mal humor, mi cabeza quiere estallar y definitivamente solo quiero quedarme encerrada en casa sin que nadie me moleste.

Melissa sirve el desayuno con una cálida sonrisa dibujada en su rostro, hizo unos Wafles que lucen exquisitamente deliciosos.

Lucas y yo tomamos asiento en el comedor y empezamos a desayunar en silencio.

—Chicos, el autobús está a una cuadra, apresúrense. —informa papá de pies en la ventana.

—Un segundo. —digo mientras me atraganto con el último bocado.

Tomo mi vaso de jugo como puedo y me apresuro a salir de prisa, ya que lo último que quiero es tener que caminar a la escuela.

—¡Adiós, papá! ¡Adiós, Melissa! —grita Lucas ya desde afuera.

Yo salí sin despedirme.

Una vez que subimos al autobús, este arranca.


Cierro mi casillero de un portazo y gruño caminando hasta los bancos del patio.

—¿De malas? —Rebeca me mira hundiendo una ceja.

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora