CAPÍTULO 10
MENTIRAS.
—¡Alex! —exclama mamá tratando de disimular que estuvo llorando. —¿Qué... qué haces ahí? ¿Qué escuchaste? —indaga mirándome preocupada.
—Ésto es lo que estuvieron ocultándome por todo este tiempo. —comento y ellos sólo se quedan en silencio. —tantos secretos, visitas al hospital, ¡TODO MENTIRA! —me altero y les grito.
—Cariño solo...
La interrumpo.
—¡BASTA! no soy un niño, ya estoy bastante grande ¿no? —intento contener mis lagrimas, pero es difícil —¿Leucemia? ¿y cuándo pensaban contarme? ¿nunca? —interrogo regio mientras que ellos me miran con arrepentimiento.
—Son unos mentirosos. —agrego y salgo de casa dejándolos con la palabra en la boca.
Una lágrima se escapa de mis ojos mientras camino, y sólo es una cosa.
Rabia.
No puedo creer que esté enfermo y no me haya dado cuenta, ¿Por qué mis padres me ocultaron esto? tenía derecho a saberlo.
Camino sin rumbo alguno, mientras que unas lágrimas caen de mis ojos. Estoy tan molesto, pero a la vez tan confundido ¿cómo pasó esto? O mejor dicho ¿cuándo? No entiendo nada, tengo demasiadas preguntas y no hay respuestas.
¿Cómo no me di cuenta? Las malditas visitas al hospital, los estudios y análisis.
Siento tanta rabia y coraje, me siento como un estúpido. Tan solo camino sin rumbo alguno hasta llegar al parque que queda a tan solo unas cuadras de casa, tomo asiento en uno de los bancos y pongo ambas manos en mi cara apoyándolas a mis rodillas.
No puedo dejar de pensar que ésto esté ocurriendo, no puedo creer que nunca me haya dado cuenta.
¡Maldición! Soy tan débil.
Toda mi vida he dejado que mis padres me controlen, no salgo, no me divierto, no actúo como un adolescente normal.
Tengo dieciocho y más bien parezco un jodido niño aún debajo de la falta de sus padres.
Sin darme cuenta oscureció, miro a mis alrededores y las calles están vacías.
Suelto un suspiro y me levanto del asiento para empezar a caminar a casa.
Ni siquiera tengo ganas de llegar, pero no tengo ningún otro lugar a donde ir.
Al llegar a casa todo está igual que cuando me fui, mamá y papá están en la sala, y al verme sus rostros cambian de preocupación a alivio.
—Alexander. —exclama mamá corriendo hasta mí —oh, gracias a Dios que llegas, estaba muy preocupada.
Ignoro por completo sus palabras y camino en dirección a mi habitación, cierro la puerta con seguro y me acuesto con la mirada perdida, mientras que una lágrima cae por mi mejilla.
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El chico de al lado ©
Short StoryDiana es una chica libre, fiestera y muy segura de sí misma. Todo lo opuesto a Alexander, su muy atractivo, pero tímido vecino. Ella lleva prácticamente toda la vida enamorada de él, aunque nunca se a animado hablarle, pero unos sucesos los llevarán...