CAPÍTULO 19
OTRA VEZ SIN TI
Se me ha echo difícil acostumbrarme otra vez a la idea de que Alex y yo somos completo extraños, solo que esta vez hay recuerdos de por medio.
Trato de evitarlo en la escuela y muchas veces me he ido caminando para no verlo en el autobús. Las cosas son más difícil siendo vecinos.Trato de comprender que él está pasando por algo difícil, pero eso no le da el derecho a jugar con mis sentimientos, de un día quererme en su vida y al día siguiente no, no pienso permitirle que me haga daño una vez más.
Lloré varias noches extrañándolo y escribiendo mensajes que no le envié, y aunque ya estoy asimilando que no estamos más juntos, no logro sacarlo de mi cabeza ni mi corazón.
Es fin de semana y Rebeca y yo estamos en la sala de mi casa viendo maratón de películas como solíamos hacerlo, papá y Lucas salieron a un partido y ella vino hacerme compañía para evitar que caiga en la locura.
—Todo estará bien, —ella me anima dándome una sonrisa alentadora.
Asiento y limpio la lágrima que empezó a rodar por mi mejilla.
Todo va a estar bien.
Me digo a mí misma.
Siento algo suave cubrir mi cuerpo y abro los ojos lentamente.
Al parecer me había quedado dormida.
—Te vi temblando de frío, —dice papá acomodando la cobija, —he traído pizza.
—¿Qué hora es? —musito.
—Tarde.
—Escuché que dijeron pizza, —dice Rebeca mientras bosteza y se levanta del sofá.
Papá y yo reímos.
—¿Donde está Lucas? —pregunto dirigiéndome a la cocina.
—Llegó dormido, lo subí a su habitación.
—Umm, huele delicioso... moría de hambre, —dice Rebeca tomando un pedazo de la pizza.
Duramos un tiempo charlando en la cocina sobre el partido y luego Rebeca y yo subimos a dormir a mi habitación, es bueno tener una amiga y un padre que te apoye, esas personas que hacen que tus días de desamor no sean tan grises.
—Gracias por hacer que este fin de semana no haya sido tan terrible, —le digo a Rebeca mientras salimos del cine, —necesitaba esta distracción.
—Sabes qué para eso estamos las amigas, —dice y me sonríe.
—Estuvo divertida la película, es mucho mejor que verla sola en casa.
—No estás sola, me tienes a mí para cuando guste otro maratón de comedias románticas de los ochentas.
Río.
—¿Qué quieres hacer ahora? —continúa, —¿Quieres que vayamos por un helado?
—No, prefiero ir a casa, —digo al tiempo que toco mi barriga, —creo que comí demasiadas palomitas y mi estómago no soportaría algo más.
Ella ríe y accede.
—Hola papá, —digo mientras cierro la puerta detrás de mí.
—Hola cariño, ¿Cómo les fue? Y... ¿Rebeca?
—Bien, estuvo divertido, tuvo que irse a casa.
—Me alegra mucho que te diviertas, —dice al tiempo que mete al parecer un pollo al horno, —esta noche vendrá Melissa a cenar.
—Está genial, —le digo con una sonrisa.
—Compórtense por favor.
—Sabes que sí.
La cena estuvo genial, Melissa se ha vuelto una gran amiga para mí, desde que mamá murió no había sentido una amistad así, alguien en quien pueda confiar, algo distinto a mí amistad con Rebeca.
Es lunes por la mañana y toca volver a la escuela, apago la alarma y me levanto sin pensarlo dos veces, camino hasta el baño para ducharme y cepillarme, me visto con algo sencillo y peino mi cabello frente al espejo.
bajo hasta la cocina para desayunar y encuentro a Lucas y a papá sentados en la mesa.
—Buenos días, —digo y tomo asiento frente a Lucas.
Ambos devuelven el saludo.
Una vez que terminamos nos despedimos de papá y salimos afuera para tomar el autobús, tomo asiento junto a Rebeca y este arranca, para luego detenerse frente a la casa de Alexander, y es cuando mi corazón empieza a palpitar muy fuerte.
Él sube y toma asiento junto a su amigo, evito tener contacto con él y me centro en mí amiga que está al lado.
El autobús empieza a correr y muero por llegar ya a la escuela.
Una vez que llegamos Rebeca y yo os dirigimos a los casilleros, tenemos clase de matemáticas y debemos buscar los libros y estudiar para una práctica.
Para ser sincera, estoy logrando volver a la normalidad y no hecho tanto de menos a Alex, aunque lo amo demasiado me he echo la idea en mi cabeza de qué todo lo que pasamos juntos es solo eso, cosas que ocurrieron en mi cabeza, y de alguna manera esto me ha ayudado a que todo sea menos difícil, claro que mi padre también me ha apoyado, mi amiga y hasta Melissa.
Me hubiera encantado que las cosas se dieran de otra manera, pero fui feliz el tiempo que duró, y sé que pude hacerlo feliz también a él, él qué más que nadie se lo merece, poco a poco he aprendido a soltarlo, y dejarlo pensar bien las cosas... cuando se sienta seguro de estar conmigo, yo estaré aquí para él, lista para ofrecerle todo el amor que tengo para él.
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El chico de al lado ©
Short StoryDiana es una chica libre, fiestera y muy segura de sí misma. Todo lo opuesto a Alexander, su muy atractivo, pero tímido vecino. Ella lleva prácticamente toda la vida enamorada de él, aunque nunca se a animado hablarle, pero unos sucesos los llevarán...