Capítulo 9

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CAPÍTULO 9

UNA CONFESIÓN DOLOROSA.

El día de hoy de nuevo toca ir al hospital, y estoy cansado de eso, no entiendo cual es el motivo de "revisar mi salud" si todo está bien conmigo

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El día de hoy de nuevo toca ir al hospital, y estoy cansado de eso, no entiendo cual es el motivo de "revisar mi salud" si todo está bien conmigo.

Pero ni modo, no me queda de otra más que obeceder.

—Ya estoy listo. —informo sentándome en el comedor. —¿Podemos irnos de una vez?

—¿No vas a desayunar? —indaga mi madre mientras se coloca sus aretes.

—No tengo apetito. —contesto de mala gana. —¿Podemos irnos ya?

Después de esperar unos diez minutos finalmente caminamos hacia el estacionamiento, y subimos al auto, tomo mi celular para que el camino sea más corto y menos incómodo, me coloco mis audífonos y empiezo a escuchar música.

Después de unos quince minutos llegamos al hospital. Mamá saluda al doctor amablemente como siempre, y yo la verdad que me cae pesado.

Sin ninguna expresión en mi rostro entro al consultorio, donde él empieza a revisarme, y hacerme unos que otros estudios y análisis.

Al cabo de unos veinte minutos ya por fin hemos terminado, el doctor y mamá como siempre empiezan hablar sobre los resultados sin mí, pero ya estoy harto de eso.

Estoy sentado en la sala de espera como siempre, pero hoy obtendré una respuesta, sea como sea.

Disimuladamente me levanto del asiento y camino hasta la oficina del doctor, la puerta está cerrada, y los pasillos están vacíos, pego mi oído a la puerta y por suerte logro escuchar.

Mi madre está llorando, pero ¿Por qué? Escucho sus sollozos y me siento confundido, ahora más que nunca quiero saber.

—No puede seguir ocultándole esto a su hijo por tanto tiempo. —comenta la voz del doctor. —esto avansa cada vez más y él debe de saberlo, no deben esconderle eso. —añade y siento más curiosidad aún.

—No lo sé, había hablado con mi esposo y él cree que es buena idea ocurtarselo, ya que Alexander es un chico muy alegre. —comenta mi madre aún entre sollozos. —se devastaría si se entera de que está enfermo, no volvería a ser igual y no quiero esto para mi hijo.

¿Enfermo? ¿Yo? Pero ¡Qué mierdas!

Mi corazón late muy fuerte, no quiero seguir escuchando, no quisiera enterarme de algo que no quiero saber, mis manos tiemblan mucho, todo mi cuerpo también, y mi corazón palpita demasiado fuerte.

Decido alejarme de la puerta y camino hasta donde estaba interiormente, no dejo de sentirme nervioso y de pensar.

¿De qué estoy enfermo?

Unos minutos después mamá sale de la oficina, sus ojos están rojos, pero no me atrevo a preguntar, nos dirigimos a la salida en un completo silencio, subimos al auto y ella empieza a conducir, todo el camino es bastante silencioso e incómodo.

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora