Capítulo 17

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CAPÍTULO 17

SENTIMIENTOS.

Abro los ojos y no puedo creer donde me encuentro, me siento demasiado feliz porque lo primero que veo es el cabello despeinado de Diana, el cual está todo enredado y cubre su rostro

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Abro los ojos y no puedo creer donde me encuentro, me siento demasiado feliz porque lo primero que veo es el cabello despeinado de Diana, el cual está todo enredado y cubre su rostro.

Mierda, no puedo creer que esto halla sucedido.

El problema está, en que ahora no sé cómo mierdas saldré de aquí sin que nadie me vea, o como haré para que nadie note las escaleras colocadas afuera, ya está claro, seña de que ya ha amanecido. Observo la hora en el despertador de la mesita de noche y este marca las cinco quince de la mañana.

Tengo tiempo.

Le doy un beso en los labios a Diana y está se despierta con una radiante sonrisa.

—Ya debo irme, ya casi todos despiertan.

Ella sonríe y asiente.

—Te amo. —le doy un beso en los labios y me marcho cuidadosamente tratando de hacer lo menos ruido posible.

Ya en mi habitación me dejo caer sobre mi espalda en la cama pensando una y otra vez en la imagen de Diana desnuda. Nunca imaginé tener el coraje para hacer algo así.

Soy feliz, completamente feliz.

—Alex ¿Sigues enojado? —pregunta Anthony mientras camina detrás de mí.

Me giro hacia él. —amigo, tranquilo, ya te dije que no estoy enojado, es más... debería de agradecerte.

—Entonces ¿Todo bien?

—Todo bien, amigo. —digo honestamente.

Ambos estamos en la cancha del pueblo donde venimos muy a menudo a jugar básquetbol, solía venir todos los días y jugar con el equipo, pero luego me sentí muy desanimado para continuar, y ahora entiendo el porqué.

Después de haber jugado un largo partido me marcho a casa.

***

Estoy acostado sobre mi espalda en la cama, Diana esta a mi lado ambos con la mirada sobre el techo. Compartimos los auriculares mientras escuchamos Teeth de 5 Seconds of summer. Ambos con las manos entrelazadas.

Siento la necesidad de detener el tiempo justo en este instante, y que este momento sea eterno.

—Alex, —volteo la mirada y sus ojos cafés están puestos sobre mí, —si algo te pasa, yo me muero.

—Nada va a pasar Diana, lo prometo.

Le sonrío y eso parece calmarla. La amo tanto, que daría mi vida por ella de ser necesario, y la verdad, es que no tengo ni la más mínima idea de en qué momento ella se volvió tan necesaria para mí.

—¿Qué piensas? —pregunta Diana, y siento sus ojos puestos sobre mí.

—No sé en que momento mi vida pasó de ser una mierda, a convertirse en esto, —digo honestamente, —me haces demasiado feliz, Diana, gracias.

—No tienes nada de que agradecerme, soy muy feliz a tu lado, Alex.

Giro mi cabeza lentamente para luego dejar un dulce beso sobre sus labios, ella me toma del cuello profundizando mas el beso. Me giro por completo y me dejo llevar por el suave de sus labios.

Dios, alguien que me pellizque, creo que debo estar soñando.

—Te amo, Diana, —jadeo entre sus labios.

Los siguientes días lo estuvimos pasando juntos todo el tiempo, fuimos al cine, al parque, tuvimos muchas citas, nada podría marchar mejor. Tuvimos algunas discusiones, ya que Diana insistía que fuera a tomar las estúpidas quimios, y odio que me hablen sobre el tema.

Es lindo que ella se preocupe por mí, pero no quiero esta vida para ella, no la merece.

—Alex, —escuchó hablar a mi madre en cuanto entro a la cocina, —estuve hablando con el doctor y...

La interrumpo.

—No empieces con el tema, por favor.

—Alex, queda poco tiempo, la leucemia cada día avanza más, debes acceder a coger las quimios, —ruega.

—¡Esto es tu maldita culpa! —le grito, —¡Nunca debiste haberme ocultado esta mierda, tenía derecho a saberlo!

—Alexander...

—¡Basta! ¡Estoy harto! No quiero y no voy a coger las malditas quimioterapias, y ojalá muriera pronto para que seas tú quien cargue con toda la maldita culpa de esta mierda, —continúo, sin siquiera pensar en ninguna de mis palabras.

Mamá se queda en silencio, y se hecha a llorar.

—Perdóname, Ale...

—No tengo nada que perdonarte, —con eso me retiro dejándole la palabra en la boca.

Necesito desestresarme un poco, así que decido ir caminando a la escuela. El camino se me hizo eterno, pero al fin llegué.

—¡Amor! —grita la dulce voz de Diana.

Lo que menos quiero es tratarla mal o decir algo que pueda herirla.

—Diana, hablamos más tarde, estoy un poco cansado.

—Pero....

—Hablamos después... te amo, —digo y empiezo a caminar por los largos pasillos.

Odio mi vida, odio todo, odio que mi vida se convirtiera en esta porquería, solo quiero morir y que acabe toda esta mierda. Estoy harto de sufrir.

Miro mi reflejo a través del espejo, ya que estoy en el baño. Mis ojos están cansados y llenos de ojeras, abro la lleve y me lavo la cara pensando en lo mierda que es mi vida.

—¡Maldición! —grito con coraje y golpeo contra el espejo, este se rompe y la sangre empieza a correr de inmediato.

—¡Maldición! —grito con coraje y golpeo contra el espejo, este se rompe y la sangre empieza a correr de inmediato

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Lamento mucho la tardanza en actualizar:(

El chico de al lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora