《26》

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Había pasado una semana desde la pérdida del bebé, había hecho un funeral y había tratado de convencer a Christopher de acompañarlo pero el castaño se había negado.

Era de noche, Zabdiel le había dado el día libre a todo los sirvientes del castillo. Camino con una bandeja con dos platos de comida y una botella de vino, llegó hasta la habitación donde se encontraba Christopher y suspiró.

Dejo la bandeja en una mesa que se encontraba fuera de la habitación, toco la puerta y el castaño le abrió.

—Traje tu cena—Christopher se hizo a un lado, el rubio tomo la bandeja en ingreso al cuarto. Camino unos cuantos pasos y colocó la bandeja en la mesita de luz.

—Gracias—murmuró.

Esas eran las primeras palabras que cruzaban desde su pelea. Chris podía salir de la habitación, solo si algunos soldados los acompañaban.

Algunas veces se cruzaban por los pasillos pero ninguno se atrevía a hablar.

—Será mejor que me vaya—el rubio comenzó a caminar hasta la puerta pero el menor lo detuvo.

—¿Te gustaría cenar?—pregunto tímidamente.

—No tengo apetito—el castaño asintió y el mayor salio de la habitación. Aun no se sentía listo para hablar con Chris, las palabras del príncipe se repetían muchas veces en su cabeza.

Vélez suspiró, tomó uno de los platos y se sento en la cama. Comenzó a cenar mientras pensaba en su bebé, cuando le habían dicho que no había sobrevivido su corazón sintió un vacío enorme.

Y realmente no sabía si iba a poder superar la pérdida de su bebé, aún recuerda como se sentía su pequeña barriga, las pequeñas patadas y como salía hablar con su bebé.

Pequeñas lágrimas descendieron de su rostro, había perdido a su pequeño. Sus padres tenían razón, solo era un príncipe torpe.

—Olvide dejarte vasos—el rubio miro al castaño llorando en la cama y su corazón se estrujo, camino hasta la cama y se sentó a lado del menor—. ¿Chris?

—¿Por qué no te deshaces de mi?

—¿Qué?

—Perdí a tu bebé, no merezco seguir siendo tu esposo.

—Chris, sabíamos que el embarazo era riesgoso.

—Soy torpe, perdí a tu bebé merezco morir.

—Era nuestro bebé—acarició el cabello del castaño—. No mereces morir, no mereces estar triste, no mereces nada de este dolor.

—Ninguno lo merece Zab—apoyo su cabeza en el hombro del mayor—. Lamento haberte gritado.

—Disculpa aceptada—Chris asintió y se separó del rey.

—Gracias por el vaso.

—No podías desperdiciar un buen vino—una pequeña sonrisa se asomó en el rostro del príncipe.

—Realmente lo siento—Zabdiel se quedó en silencio.

(...)

Joel preparaba el ramo de jazmines, acomodó su cabello y se miró al espejo.

—Si quiere una opinión, se ve muy bien señor.

—Gracias Johann, realmente quiero causarle una buena impresión a Erick.

—Va a lograrlo—el castaño sonrió y levanto sus pulgares.

—¿Alguna vez me viste así de ridículo?

Por el ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora