ARDEN

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La tarde en la que Grayson descubrió que su novia estaba embarazada, en lo único que pudo pensar fue en que todos sus planes se habían ido directo al suelo. ¿Cómo le diría a sus padres que tendría un bebé estando en la universidad? Estaba metido en un enorme lío del que no sabía como salirse, pero el problema más grande aún era que Lina no quería dar el brazo a torcer, y estaba completamente en contra de la idea del aborto.

𑁋No puedo creer que lo hayas sugerido siquiera... pensé que te alegrarías 𑁋le dijo su chica con el ceño fruncido y negando mientras se cruzaba de brazos. 

Estaba a punto de tomar sus cosas y largarse del apartamento de Grayson cuando él la detuvo antes de poder llegar siquiera a tomar su bolso.

𑁋Tenemos veintiún años, estamos a mitad de camino... ¿Cómo seremos capaces de tener un bebé? Sabes que tengo muchísimas cosas que hacer, y tú también, ¿dejarás la pasantía que pensabas hacer? 𑁋al ver que ella esquivó su mirada sabía que también se lo había pensado. ¿Qué demonios harían?

Grayson Arden no solo era un estudiante ejemplar, era probablemente el estudiante con mejor futuro de todos los matriculados en la carrera de Administración Hotelera, pues era el único que al salir de la Universidad Cornell tendría un trabajo más que asegurado, y no precisamente como gerente o administrador, no... él sería el único en su clase que heredaría un imperio hotelero completo, y a la misma vez, Catalina Gonzalez Rivera era la niña con suerte, así le decían sus amigas cada vez que salía con ellas por unos tragos al centro de la ciudad. Lina, como siempre había preferido ser llamada desde que había llegado a los Estados Unidos hacía ya tres años, sabía que su futuro no estaba en su hogar, sino más allá, y cuando aplicó a la beca en Cornell, su única ilusión era poder salir de aquella patética existencia en donde las cosas nunca parecían mejorar. Se había criado en San José, pero no California, sino Costa Rica, a 3963 kilómetros de donde se encontraba en aquel momento, en una zona llena de naturaleza y en donde la imagen de las montañas eran sus mejores amigas en aquellas tardes tortuosas en donde lo único que escuchaba en su casa eran las constantes peleas de sus padres por sus inconsistentes trabajos. Su madre era una ama de casa sin estudios, y su padre era un alcohólico reformado que intentaba salvar los pedazos que quedaban de un matrimonio hecho añicos, y darle de comer a sus dos hijos y esposa que ya no creían en su palabra.

Lina quería huir de ahí cuanto antes, y con la ayuda de dos de sus profesores del colegio, y una beca de ayuda socio-económica que se había ganado en una competencia, logró aplicar al programa de Diseño de Interiores de la Universidad de Cornell. Su nivel de inglés era muy bueno y gracias a la beca pudo mejorar mucho más, siendo capaz de mantener conversaciones súper complejas sin problema. Su madre estaba feliz por ella, pues había logrado lo que ella no, superarse y salir de aquella deplorable vida. Su hermano menor no parecía muy feliz con la idea de quedarse solo en aquella espantosa casa, pero en cuanto tuviese la edad suficiente se largaría, eso le había prometido a Lina la mañana en que la había acompañado al aeropuerto.

Tanto Grayson como Lina provenían de realidades sumamente diferentes, y por alguna razón el destino hizo de las suyas para unirlos.

Se habían conocido a mitad del primer semestre del primer año, en una fiesta del equipo de fútbol americano que le había ganado esa misma tarde a Princeton, y todos estaban que reventaban de felicidad.

Lina solo tuvo que observar a Grayson una vez para darse cuenta de que era el chico de sus sueños, y sin saber quién era realmente solo le sonrió, y él le sonrió a ella. Grayson parecía intrigado por la chica que estaba más interesada en ser educada a solo lanzarse a sus brazos como hacía la mayoría de chicas de la universidad.

Su amigo Donald le dijo que ni siquiera lo intentara pues se veía como una de esas chicas que no buscaban algo pasajero, sino una relación estable de aquellas que él desconocía por completo. Grayson no tenía tiempo para novias, pero había algo en Lina que lo hizo cambiar de opinión, y fue así como se aventuró a pedirle aquella primera cita en donde todo pareció florecer entre los dos. Fueron amigos antes de que Grayson decidiera hacerle aquella pregunta que cambiaría todo para ambos, y ahora, dos años y medio después, estaban muertos del miedo, analizando todas las posibilidades que tenían en sus manos.

Asher, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora