Regresar a casa significaron dos cosas: una charla interminable de mis padres sobre mi falta de futuro, y el peor desfase horario de la historia.
Podía tolerar a mis padres decirme una y otra vez que debía sentar cabeza y comenzar a hacer algo por mi mismo, pero lo que comenzaba a desgastarme era lo poco que lograba dormir por las noches. En parte culpaba a mi ansiedad por todo, pero sabía que tener más de veinte horas de desfase encima me estaba cobrando la factura.
—Fue extraño no tenerte por aquí —me dijo Nana una mañana luego de unos dos días en donde intenté dormir por horas —. Pensé que Greyson me despediría hace unas semanas.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Bueno... porque no estabas aquí. Tu padre me contrató hace dieciocho años para ayudarlos a cuidarte, ya no necesitas que te cuiden, Ash, por lo tanto mi función a dejado de ser útil.
—No pueden despedirte... lo prohíbo, Stephen y tú son lo único que tengo en este lugar. Si se atreven a decirte algo, diles que ahora trabajas para mi. ¿De acuerdo?
—Asher, te limpié el trasero por años —dijo sacándome una risa de lo más graciosa —. Agradezco que quieras ayudarme, pero ya estoy vieja, creo que en el momento en que lo vea oportuno, me retiraré. Así que no te preocupes por mi, cariño. Ahora cuéntame como te fue en tu viaje.
Le conté a Nina todo sobre la comunidad Maorí a la que ayudé los últimos meses. Me había ido todo el verano y parte del otoño. Aún no sabía nada de Liv, y no me atrevía a llamarla ni a enviarle un mensaje.
Luego del almuerzo decidí armarme de valor y hacer la única cosa que encontré lógica.
Ir a visitar a sus padres.
Liv y yo vivíamos relativamente cerca, a solo unos cuantos minutos en auto. Vivíamos dentro de la misma gran comunidad privada, al igual que sus primos, Cade y Luke. Mi casa estaba más cerca de la de los gemelos que la de ella, pero fui calle abajo hasta estar frente a la gran residencia de los Williams-Schlesinger.
Pensé que tendría problemas para entrar, que ella le diría a su equipo de seguridad que ahora era persona no grata o algo por el estilo, pero me sorprendió ver que los guardias de seguridad ni siquiera me pidieron una identificación, al contrario, incluso me saludaron y me abrieron la enorme reja sin segundos.
Dejé mi auto en la entrada de la casa, y junto a un fuerte respiro salí de él con el corazón acelerado. No sabía realmente qué decirles, cómo explicar mi situación en primer lugar, y mucho menos lo que podrían decirme al respecto.
Cuando estuve en la puerta, me detuve en seco pensando una última vez lo que estuve a punto a hacer... pero antes de poder siquiera pensar en lo que diría, la puerta principal se abrió de par en par.
—Hola, buenos días, Asher.
—Hola, Fernando, buenos días. ¿Cómo estás?
El jefe de seguridad de los Williams-Schlesinger me dio un apretón de manos y me sonrió en respuesta.
—Muy bien, ¿tú como has estado? Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi por aquí.
—Estuve en Nueva Zelanda los últimos meses, fui voluntario en un programa de ayuda social.
Fernando me observó con impresión.
—Eso suena excelente. ¿Que tuviste que hacer por allá?
Le comenté a Fernando un resumen sobre todo lo que había hecho en la comunidad Maorí hasta que Bart, el padre de Liv, se nos unió.
— ¡Asher! Pero que sorpresa, no te esperaba ver por acá. ¿Cómo has estado, muchacho?
El padre del Liv siempre me había parecido el tipo de hombre en el que a mi me hubiese encantado convertirme, de hecho aun me seguía pareciendo un hombre en el que me encantaría convertirme en algún momento de mi vida. Era sumamente educado, brillante, exitoso y amable, sin mencionar que había logrado crecer por sus propios medios, nadie le regaló nada ni encontró un camino fácil para llegar a la cima, aunque muchos crean lo contrario.
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Asher, Schlesinger Extras
RomanceAsher había vivido toda su vida entre niñeras, guardaespaldas y enormes hogares desolados, más de una navidad la había pasado solo en su habitación o jugando con algún miembro del personal. Sabía lo que significaba ser el único hijo de sus padres, y...