LOS ERRORES DEL DOLOR

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La estaba pasando fatal, todo era horrible, odiaba todo y a todos, no quería salir con nadie, y mis amigos comenzaban a preocuparse. Shawn estuvo conmigo en todo el proceso de duelo, porque al final de cuentas eso era realmente lo que estaba atravesando, un duelo espantoso.

— ¿Quieres ir por algo de comer? Parece que te acaban de dar una paliza monumental.

Las intenciones de Shawn eran las mejores, estaba preocupado por mi, eso era evidente, pero no tenía cabeza para nada, me sentía realmente mal.

—No tengo hambre.

—Ash, no tienes que encerrarte en el dolor...

— ¿Y cómo quieres que no lo haga? Le rompí el corazón, Shawn. ¿Entiendes? Me odia, y todo por culpa de las estupideces de mi familia, ¿acaso comprendes el dolor que esto representa en mi? ¡La perdí!

Estaba eufórico, histérico, lleno de dolor y angustia. El dolor de cabeza que sentí después de decir aquello por poco me envía a casa en ambulancia.

—Ash, es el último día de clases, vamos a celebrarlo. Un último semestre y estaremos muy lejos de aquí, piensa en eso ahora, intenta sacar a...

Pero las palabras de Shawn fueron opacadas por la imagen de Liv acercándose a nosotros por el pasillo.

Sentí mi corazón acelerarse, y el dolor que sentí segundos después fue peor que un bala directo al pecho. Me estaba ignorando, estaba observando únicamente a Shawn, y pude notar el nerviosismo en los ojos de mi mejor amigo.

—Shawn, la señora Roth te necesita en el laboratorio, olvidaste unas cosas —le dijo a Shawn sin siquiera mirarme un segundo.

—Claro, ya voy hacia allá, gracias —le respondió Shawn y ella asintió continuando su camino por el pasillo.

Verla caminar hacia la salida fue la última estocada para aniquilarme por completo, y sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas.

—Asher...

—Sácame de aquí, por favor... —dije comenzando a quedarme sin aire —Shawn, por favor...

Estaba teniendo un ataque de pánico, lo sabía, necesitaba oxígeno, necesitaba salir de aquel pasillo cuanto antes.

No sé con exactitud como Shawn logró sacarme de ahí, honestamente tampoco me importa saberlo, lo único que se es que varios segundos después tenía el viento helado golpeándome la cara. Aún no nevaba pero se sentía en el aire que eso podría cambiar en cualquier momento. Tomé un fuerte respiro y me tranquilicé lo mejor que pude. En el estacionamiento ya habían muchas personas aglomeradas, algunos se abrazaban, otros reían... la alegría rondaba al rededor todos menos en mi.

Cuando llegué a casa aquella tarde, me la pasé lamentándome en mi cama hasta que fue cerca de la media noche. No cené, y mis padres ni siquiera se preocuparon por ver si me encontraba en casa siquiera. No pude dormir en toda la noche, mi cabeza repetía una y otra vez la mirada llena de odio y dolor de Liv, hasta casi volverme loco.

Pasaron tres días antes de que mi madre tocara el tema.

— ¿Qué demonios es lo que te ocurre? —me soltó mientras yo intentaba probar algo del desayuno que honestamente no me apetecía. Tenía tres días de no comer bien, o casi nada del todo, y aún así no me daba hambre.

—Nada —le respondí jugando con el tenedor en mi mano.

— ¿Crees que no me he dado cuenta de tu depresión? Llevas días sin comer, Asher, no sales de tu habitación, creo que ni siquiera te has duchado. ¿Qué ocurre contigo? ¿Tendré que llamar a un psicólogo para que venga a verte?

Asher, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora