¿A Canadá?(p.1)

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•Lunes• 5.25 p.m.
Si bien comimos tranquilos, mi parte se arregló y aparentemente comíamos perdices, de todas formas nos desconcertó la cantidad de llamadas perdidas de la mamá de Trent y, al día siguiente, la carta de embargo.
A Trent se le ponía todo negro y era mejor ni mirarlo a los ojos, porque era como si te diera mil palizas o que preguntes algo muy urgente y te dejen en visto.
-¿Crees que ella...en serio te quite tu parte de la familia?-Dije apenas usando mi voz.
Me consideraba valiente por el simple hecho de estar en su cuarto de huésped en mi casa.
-¡¿La escuchaste balbucear o dudar?! ¡O dime donde está la cámara de bromas indiscretas, por favor!- Sí, bueno, más miedo que estar encerrada con Annabelle en el clóset.
-Bien, ¿y qué propones?- Y yo, así como en un terremoto, buscando la calma donde no la hay.
Sus manos revolvieron todo su pelo y cubrieron su cara para soltar un suspiro.
Me miró, intentando concentrarse con claridad un segundo, y solo se acomodó en la cama.
-Me voy a Canadá, Van.-Fruncí el ceño.
No era broma, no le dio un redondeo, él simplemente ya lo había estado pensando.
-¿Uh? ¿Y cuando decidiste eso? ¿Por qué te vas?
-Van, entre ayer y hoy lo estuve pasando y re pasando y, concluí, que no hay otra opción.
»Sin un apellido, sin dinero, sin casa. Van, aún así ella pagaba un porcentaje de mis estudios y esos niños deben estar muriendo (hablo de suicidio, en serio) por un "Mesías".-Defendió y yo no podía hacer nada más que atender de boca abierta y gritos mudos.
-Trent, no puedes irte...este...-Y mientras más avanzaba, retrocedía el doble.-Esos niños no pueden estar con ella si los tratan así, ellos pueden venir aquí, pueden usar su apellido paterno o...-Una sonrisa débilmente burlesca iluminó ligeramente su expresión.
-Nena, esto no es un cuento de hadas ni un documental de Mierda TV, yo no tengo más opciones y no lo haré más difícil que eso, ¿puedes entenderme?-Y odio ser mujer.
Es solo que tengo ese egoísmo estúpido y esa rabia de ser irrelevante y no poder hacer algo para cambiar las cosas en ciertas situaciones.
Así que preferí hacer como si yo era la enojada y salir del cuarto, victimizando.
5.32 p.m.
Al rato llamé a Mo por FaceTime, lo cual no sabía que se podía hacer pero...me la creatividad me vuela cuando estoy enojada.
Y ella solo se reía de mi cara de bebé sin dulce y diciendo "ya cálmate mujer, entiende la situación del pobre tipo" y cosas que no me entraban.
Así que le corté y me levanté. Sí, a pedir perdón.
Oía música para su ambiente y como se movía de un lado a otro buscando sus cosas, lo cual no me motivaba para nada, pero sí me alentó un poco sentir la puerta abierta.
Entré con sigilo y contemplé sus movimientos unos segundos.
Casi ni parecía el Trent que yo querí...
-No quiero que te vayas.-Intenté no sonar tan estúpida, pero ya pues; ya fue.
-Ya quedó claro eso, por tu parte y la mía.-Hizo bola una remera y la metió al bolso. Le quedaba bastante y con tantos muñones ya ocupaba la mitad.
Me acerqué a quitar todo y doblar correctamente.
-Lo siento, es solo que...te quiero, idiota, y esa señora...
-Puta.-Tsss.
-Es tan cruel y me parece tan de marica que hayas sucumbido por dinero.-Me detuvo de su ropa y se acomodó junto a mí.
Se quedó en silencio, en verdad procesando lo que dije.
-Yo también te qu...me quiero quedar.-Tsss por dos.-Principalmente no es por el dinero, hago lo que puedo para eliminarlo, pero si solo la conocieras en persona; mis hermanos deben estar nadando en el mar de almas perdidas del Inframundo.
-Te quiero, Trent, y podría ayudarte si me dejaras, de verdad.-Sus ojos azules retenían la humedad, soportaban cansancio y fingían dureza.
Sus manos ahuecaron mi rostro entre ellas, pero no se atrevió a besarme.
-Vania, no quiero ser tu peso, no quiero seguir cambiando tu vida, no quiero que me quieras, ¿entiendes? Me voy a Canadá y es todo.-Me tragué mi blasfemia y solo atiné a finalizar.
-¿No me quieres tú a mí?

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