Raro...

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-¿Dormir en tu casa implica transporte también?-La sorpresa que mis ojos visualizaron fuera de la universidad fue de otro mundo.
Trent había ido por mí.
-¿Cómo estaría seguro de que volverías?-No sé si yo era la única que tomaba otro sentido a sus palabras.
¿Él me quería en su casa?
-¿Ves? A poco no caes en mi coqueteo de película.-Cerré la puerta de un golpe y le di un puño en el brazo derecho.
-Tienes problemas con las películas y sus dramas baratos.
-¿No te gustan?
-No. Son todos lo mismo: chica ultra raquítica buena, chico medio malo con lado sensible...¡Bam! Amor "inesperado".-Puse la vista a través del cristal, pero me desconcentré con el reflejo del perfil sonriente del rubio.
-Vales oro, Van.-Reí y seguí mirándolo.
-Ya cállate.
3.03 p.m.
-¿Hogar dulce hogar?-Dejé mi bolso junto a mi "cama" y fui en busca de algo al refrigerador, mas mi asco aumentó al ver un corpiño junto a este.-¡Trent, Dios!-Lo tomé de la correa y corrí arriba muerta de la risa.
Trent estaba acostado en su cama, segunda vez que lo veía sin nada arriba y en pies descalzos.
Su móvil abordaba el espacio en sus manos.
-¡Vania!-Se sentó de golpe y dejó el aparato al lado.
-¿Aprovechaste de ir a dejar a la chica cuando fuiste a buscarme?-Colgué el sujetador en la manilla de la puerta.
-Ah...algo así.-Dios, una cámara, lo que hacía se consideraba porno.
Cuando tocaba su pelo y lo revolvía así era una razón para no odiarlo.
-Mándale saludos para la próxima.-Volteé e iba a caminar abajo otra vez, mas su mano se posó en la mía. Raro, raro era lo que era.
-No habrá próxima.
-Trent, no me interesa, solo...sé precavido, ¿bien?-Iba a quitar mi mano, pero la sostuvo debajo de la suya.- Trent, tengo hambre.
-Vamos abajo.-Sentía su sonrisa de nada y caminó delante de mí.
Era raro, él era simplemente un raro.
-¿Hablabas con Walter?-Pregunté haciendo memoria de la persona con la que lo vi hablando la primera vez en su casa.
-¿Por qué sabes de él?-Su expresión levemente contenta, pasó a seria en un pestañeo.
-Cuando vine aquí por primera vez...te vi hablando con él, pero como que no me interesa.-Intenté calmarlo. Bajó sus hombros y giró de nuevo a la cocina.
-Es mi tío. No diré más.-Sonreí con diversión.
En verdad no me interesaba y él, voluntariamente, me lo dijo. Aunque no me servía de nada.
-Yo tengo dos hermanos en Orlando, viven con mis abuelos hasta el año entrante.-Y por eso los estaba envidiando, en parte.
Ellos vivían allá porque papá y mamá no podían pasar tiempo con ellos y con las niñeras eran un desmadre. Mis padres decidieron enviarlos al paraíso, fin.
-Ah.-Rascó su espalda llena de arañazos y alguno que otro lunar.
No tenía tatuado allí.-¿Por qué no están todos allá?
-Por la empresa y por mis estudios universitarios.-Fingió un bostezo y me miró con los ojos entrecerrados.
Corrí la vista para reír.
-Ya está. Si están del asco: lo siento.-Me levanté del taburete para acercarme a él y probar la pasta que preparó.
-Está rica. Lo haces bien.-Él rió levemente y le hinqué el codo en las costillas.
-Eso dicen.
-Para que no te sientas mal.-Me burlé y llevé la olla a la mesa para servir platos.
-Al menos trato bien.-Auch.
Lo miré con el ceño fruncido y dispuesta a escuchar una disculpa o una justificación.
-Lo siento.-Pero no era sincero.
-No es divertido.-Me alejé en cuanto empezó a caminar a mí.
-Lo sé, por eso lo siento.-Seguía sin ser cierto.
Él no había sentido el dolor que yo sentí y la decepción de despertar solo y con algo que apreciabas robado.
Jamas recibí un llamado, una disculpa, una razón y no había tiempo atrás.
-¡Deja de sonreír como si fuera chistoso! ¡Me dolió, maldición! ¡Ese grandísimo idiota se llevó el recuerdo de un cuerpo que nunca debió ser suyo, no es de nadie...nunca más!-Corrí al baño bajo la escalera y me encerré antes de sentarme avergonzada en la tapa del retrete.
¿Por qué pensé que me quería? ¿Que iba a preocuparse? ¿Por qué fui tan patética al pensar tan rápido esa decisión?
-Vania...tengo llaves de toda la casa y voy a abrir.-Metí mi cabeza en el hueco de mis piernas y me quedé hecha bola.
No estaba llorando, no iba a hacerlo, porque no lo valía y tampoco quería verme así frente a él.
-Fue un maldito imbécil.-Su presencia llenó mis oídos y su sombra me cubrió. No estaba sonriendo.-Fue un hijo de puta, fue un insensible, Van...no sé que quieres oír.-¿Estaba intentando subir mi ánimo? ¿El ser más detestable de lo que conozco de planeta?
-Clichés.-Se aclaró la garganta y empezó a dar golpecitos en mi espalda. Aguanté mi risa.
-Ah...Cuando lo vea le partiré la cara, para que vea lo que es verdadero dolor.-Me solté y levanté de ahí para mirarle.
-Eres un estúpido.-Y asintió haciendo cara de enfermo.-La pasta va a enfriarse.
5.29 p.m.
-Trent, ¿vendrá alguien?-Grité hacia arriba para que escuchara.
-¡Es viernes. Iremos a la casa de Ronny!
-¡Creo que paso, no tengo ganas de fiesta!-Confesé y traté de mantener mi concentración en el juego de mi móvil.
-¡Volveré tarde!
-¡Como quieras!-Giré los ojos y lancé el celular al ver que "me morí".-¿Sabes qué? ¡Me apunto!

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