Capítulo 11

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No pierdas las esperanzas.

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Aisha

—Así que no solo eres una mentirosa y traicionaste a tu futuro marido. Ahora también revisas teléfonos ajenos. —la voz de Theo me hace sobresaltar.

—N..no yo... —balbuceo intentando explicarle.

—¿Tu qué, Aisha? ¿Ahora que mentira me vas a decir?

—Te estaban llamando por teléfono y...

—¿Y qué? ¿Quisiste hacerte la buena samaritana y tomar la llamada? —ríe burlón.

—N...no, iba a llevarte el teléfono y...

—¡Para ya Aisha!, no te creo nada.

Sus palabras hicieron mi corazón doler.

—Así que soy una mentirosa ¿Esa es el criterio que tienes de mí?

—Esas son las conclusiones que me has hecho sacar por tus acciones.

—No sabes de lo que hablas.

—Oh, sí que lo sé ¿Acaso no se llama traición lo que le haces a tu futuro marido?

»—Siempre he respetado la sexualidad de los demás, siempre he pensado que cada quien disfruta de los placeres de la vida como quiera. Pero no tolero dos cosas ni las mentiras, ni las traiciones ¿Lo nuestro fue una traición Aisha?

—Sí, no... Sí pero

Me interrumpe.

—¿No se llama mentir cuando me ocultaste que tenías pareja?

—No es lo...

—¿Me vas a negar también que ibas a tomar la llamada sin mi consentimiento?

Me quedé en silenció.

—¿Silencio? Esa va a ser la respuesta de tus actos. —masculló.

—No estamos en la corte.

—No, sí estuviéramos frente a un juez ya te habría dictado muchos años por todos tus delitos. —declaró haciéndome estremecer con sus palabras.

—Tanto en una corte como en una conversación el acusado tiene derecho a defenderse ¿No me vas dejar hacerlo? —cuestiono decidida.

—¿Qué me vas a decir? ¿Más mentiras?

—No lo sabrás si no lo escuchas. —di un paso al frente temblando.

—Prefiero no escuchar más mentiras, gracias.

Se dio vuelta dejando su espalda a mi vista y coloco ambas manos en sus caderas ovacionado que sus brazos se tensaran, acción que provocó sensaciones intensas en mi.

—No son mentiras, pero si no quieres creerme.

—¿Qué me dirás? ¿Qué cuando tuviste sexo conmigo no estabas comprometida?

—De hecho, sí.

—¿Qué?

Se volteó tan rápido que no se dio cuenta que me encontraba tan cerca de su cuerpo, hasta que ambos chocamos y yo casi caigo al suelo de no ser porque sus brazos me sujetan.

—Lo que escuchaste. No estaba comprometida cuando tuve sexo contigo. —sentí como los sus brazos, que rodeaban mi cintura, se tensaban.

—¿Cómo puedes seguir diciendo mentiras?

Seis meses para decir noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora