Capítulo 18

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No aceptes un trabajo sin verificar que no te hayas acostado con la jefa.

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Aisha

¿Recordando? Theo no tiene ni la menor idea de todo lo que está pasando por mi mente en este momento, recordar es la parte menos peligrosa.

Estoy apreciando, imaginando, sintiendo, pero sobre todo eso estoy viéndolo a él, junto a todas las fantasías que me cumplió esa noche, pero por supuesto que él no lo sabría, lo supondría, pero mi mente y yo somos demasiado orgullosas para admitirlo.

—No.

Por un momento creo que se va a burlar, pero descarto esa idea cuando camina hasta el centro de la habitación y de espaldas a mí habla.

—Yo sí lo hago.

Trago saliva ante tan declaración, ¿Cómo puede decir eso y pensar que no me va afectar? Pues si lo hace y afecta a otras partes de mi cuerpo que quisiera que no reaccionaran.

Me quedo en silencio y el vuelve a hablar, esta vez cuando toca el bordillo de la cama.

—No he podido dejar de pensar en ti desde entonces, cada vez que entro a esta habitación llegan a mi mente imágenes de esa noche, aunque me niegue a aceptarlo termino imaginando lo que habría pasado si no te hubieras ido.

—Theo...

—Mi mente estaba alcoholizada esa noche, pero eso no impide que recuerde cada una de las cosas que hicimos. Cada beso, cada caricia, cada gemido, cada posición...

—Yo no recuerdo mucho de esa noche —le interrumpo sincerándome—, solo tengo algunos fragmentos en los que entramos juntos a tu habitación y comienzo a quitarme la ropa.

—Que suerte. —musita en tono bajo.

—¿Por qué?

—Porque así puedes fingir mejor, no puedes afirmar algo que no recuerdas que haya pasado.

Está muy equivocado, se me hace igual de difícil fingir.

—Tenemos que ir por ese té o Alena se va a preocupar. —comienzo a caminar fuera de la habitación cuando su mirada recae en mí y se ríe.

—¿Vas a huir otra vez, Aisha? —No, simplemente estoy haciendo lo que sugeriste. Fingir que en esta habitación no ocurrió nada.

Siento sus pasos seguirme hasta llegar a la cocina, donde Alana camina de un lado a otro.

—¿Qué pasa, enana 1? —miro extrañada a Theo por ese apodo, pero no digo nada.

—Tengo que irme a la veterinaria hubo una sobrecarga de energía y las mascotas que estaban conectadas la mayoría de los peques han sufrido daños.

Eso hace que mi corazón se acelere.

—¿Alana y...? —parece leer mi preocupación porque responde.

—Está bien, Duquesa está bien. —respiro aliviada.

—¿Te llevo a la veterinaria? —le pregunta Theo.

—No, Amanda va a pasar por mí —su mirada se traslada a mi dirección—, tu cuida de Aisha.

—Dalo por hecho, ¿Vas a estar bien?

—Va a ser una noche complicada, pero sí, voy a estar bien.

—Cuídate, enana. —Alana le dirige una sonrisa a Theo antes de mirarme.

Seis meses para decir noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora