Capítulo 15

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No subestimes a tu enemigo.

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Aisha

Llorar no te hace débil, te hace humano. Pero llorar por alguien con el que te acostaste solo una vez el colmo.

—Aisha, me estás asustando, dime que pasó. —dice preocupado.

Niego llorando, y llevo la taza de té que Jack compró para mí, a mis labios.

—Hermana dime algo, recibí tu mensaje ¿Le pasó algo a Duquesa?

Caigo en cuenta lo asustado que está, me decido hablar.

—Duquesa va a estar bien, pero tiene que estar en la veterinaria hasta mañana. —consigo decir entre lágrimas.

—Sí la gata está bien, ¿Por qué estás así? —se alarma.

—Theo. —consigo balbucear.

—Theo te hizo algo. —su enojo está claramente marcado en el rostro.

—Además de decirme las verdades a la cara, nada. —niego.

—¿Qué verdades? ¿De qué hablas Aisha? —dice desconcertado.

—Encontré a Theo en la veterinaria, se estaba besando con una chica, o eso creía y le hice una escena de celos.

—¿Qué tú qué? —preguntó estupefacto sin dar crédito a mis palabras.

Asentí mirando su cara para que viera que mis palabras eran ciertas.

—Le recriminé que se había acostado conmigo teniendo novia y me dijo las verdades en la cara. —me encogí de hombros.

—¿Qué verdades?

—Me dijo que solo le recriminaba para que hubiera otro con el compartir la culpa de la traición.

—¿Qué traición? —cuestiona.

—La que le hice a André, según Theo. —explico.

—¿Qué? Pero si ni siquiera se conocían.

—Theo no me quiere creer, y lo entiendo. En la actualidad seguramente soy la única estúpida que se deja influenciar por los padres para que se case.

—No digas eso, Aisha. Tú no eres estúpida. —toma mi mano por sobre la mesa y la aprieta cariñosamente.

—¿Cómo le llamas tú el estar influenciada por mis padres cuando tengo 20 años? —mascullo.

—Valentía. —dice mirándome con ¿Orgullo?

—¿Qué?

—Para mí eres valiente hermana, puede que nuestros padres te controlen, pero eres tú quien los deja hacerlo por un bien.

—Ese bien, serían mis estudios.

—Exacto. —sonríe.

—Para mí sigue pareciendo estúpido. —bajo la mirada.

Su sonrisa se borra y suspira pesadamente.

—Tienes que decirle la verdad a Theo.

—¿Para qué?

—¿Cómo que para qué? —mi declaración lo ofende—, para que entienda el porqué de tus actos y deje de juzgarte injustamente.

—Ya qué, que crea lo que quiera, no me importa —miento.

—Lo hace, Aisha.

—No, solo fue un acostón y ya. Está enterrado en el pasado.

—No fue solo sexo, Aisha. Te conozco y tú no lloras así por un simple acostón. —demanda.

Seis meses para decir noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora