No vayas a la casa del chico con el que te acostaste borracha.
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Theo
Ira.
Terror.
Miedo.
Enojo.
Furia.
Rabia.
Parecen ser emociones que no van de la mano, pero me equivoque con eso. Porque las sentí todas e incluso más cuando vi a ese hijo de perra acorralando a Aisha.
—No te metas en lo que no te interesa. —dice intentando zafarse de mis brazos, pero no lo dejaré ir, no sin antes darle un merecido escarmiento.
No dejaré que abuse de una mujer y mucho menos de Aisha.
—Lástima que si me interesa. —bufe enojado.
Interés. Esa palabra se queda corta ante mis sentimientos hacia Aisha.
—Lo que le haga a mi mujer es problema nuestro.
¿En serio acaba de decir eso?
Sí la considera su mujer como puede ser capaz de hacer... eso.
Imaginar lo lejos que podía llegar me llena de ira.
—En primera, ninguna mujer tiene dueño, eso que te quede claro. Para continuar, si fueras un hombre de verdad, sabrías tratar a una mujer y, por último —bajo la voz para que Aisha no me escuche—, no sabes lo afortunado que eres de que Aisha te deje ser su esposo, pero con esto dudo que la boda la boda se efectué.
Se hecha a reír con lo último que digo.
—Aisha es mía y se va a casar conmigo y eso ni tú, ni ella misma van a poder impedirlo.
La ira irradia mis venas cuando le doy el primer puñetazo, le propino uno tras otro golpe en su cara. Descargo mi ira en él, intenta defenderse y me alcanza varias veces, pero no me hace suficiente daño como para lograr desestabilizarme.
No me doy cuenta de que estamos llamando la atención hasta que me separan del idiota.
—Tienen que irse del establecimiento en este momento. —el hombre que parece ser el dueño del club nos mira con enojo.
—Yo no me voy a ningún lado. —dice bufando André—, mi chica y yo estábamos aquí muy tranquilos hasta que este apareció gritándonos
—¿Es eso cierto?
—Claro que no, estaba a punto de abusar de ella si no llego a aparecer podría haberla...
Callo al escuchar los sollozos de Aisha, la música ha parado por lo que la escucho perfectamente. Alena está abrazándola y agradezco internamente que me haya arrastrado a aquí.
Aisha mira en nuestra dirección, me mira a mí.
—Eso no es cierto.
—¿A no? Y como explicas que te haya encontrado empotrándola contra la pared y ella llorando pidiéndote que pares. —lo acuso.
—Era un juego de roles, hay personas que ciertas situaciones le causan excitación.
Maldigo por lo bajo.
Obviamente sé lo que es fingir para jugar a un juego sexual y Aisha no estaba fingiendo, esas lágrimas y gritos eran reales.
—¿Es eso cierto, señorita?
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Seis meses para decir no
RomanceElla se acostó con un tipo una noche y ahora él es el organizador de su boda por conveniencia. *** Aisha siempre fue una soñadora. Añoraba tener una historia de amor como la que leía en sus libros. Pero tuvo que afrontar la cruel realidad. ¿Qué pue...