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Capítulo quince.

||Nota: ambienten con la canción del principio este capítulo <3||

      El viento golpeó en mi rostro, trayendo con él aquellos aromas que reconocí al instante

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   El viento golpeó en mi rostro, trayendo con él aquellos aromas que reconocí al instante.

Tierra mojada de Presente, frío y menta de Futuro.

   Mi cuerpo se estremeció cuando la tormenta de nieve llegó. Los copos golpearon mi cuerpo desnudo, mientras que el viento los movía alrededor de mí, formando una especie de remolino imparable.

—¿Amon? —llamé primero.

Él me había salvado de la bruja del norte, en este momento confiaba más en él que en cualquier otra persona.

   Pero no lo ví cerca. La nieve se había transformado en niebla y sentí ese cambio con fuerza cuando los copos ahora eran húmedos y se habían disipado. El frío ahora era caluroso, húmedo, tan abrumante que las ganas de vomitar subieron a mi garganta tan rápido como un coche de Presente.

—¿Myles? —grité también.

   Di dos pasos a la nada, al mismo abismo. Pero nada ocurrió, nada, absolutamente nada sucedió. Tan solo dí un paso más, algo que significaba mucho para mí porque mi pecho se apretujó cuando lo hice.

—¿Aren? ¿Aryon? —llamé también.

   No había otro sonido más que el del viento metiéndose por mis oídos y dejándome casi sorda. Ni siquiera mis pisadas hacían ruido.

   Dí paso tras paso, lento, tranquila, y cada vez dolía más y más. Ese dolor que se extendía por todo el cuerpo, comenzando por mi cabeza y llegando hasta mi abdomen. Mis piernas adormecidas, mis oídos retumbando, mi corazón acelerado, mi respiración entrecortada, mis lágrimas cayendo.

Aunque dolía como el jodido demonio, no pude dejar de dar paso tras paso; dándome cuenta que me lastimaba a mí misma.

   Y cuando el dolor llegó a su máxima expresión, grité. Pero nadie me oyó, nadie vino por mí, ni siquiera cuando me desplomé en el suelo no suelo y caí al abismo.

Mi culpa.

Lo que me sucedió fue mi culpa.




(...)




   Me impulsé con mis brazos hacia arriba cuando necesité tomar asiento en mi cama.

—¡Amon! —grité, asustada, desesperada.

   No reconocí el lugar donde estaba. La luz de la luna que se colaba por una pequeña rejilla no era la suficiente para lograr ver la habitación. Supe que estaba en una cama, no supe dónde estaba, quién estaba aquí, quién me trajo. Tampoco recuerdo algo de lo que pasó luego de refugiarme en el pecho de Amon.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora