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Capítulo treinta.

   El arco colgaba de mi hombro junto al carcaj cuando subí a la parte trasera de un carruaje de carga, dejándome ver ante lo que quedaban de los Insurgentes decididos a pelear por su pueblo

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   El arco colgaba de mi hombro junto al carcaj cuando subí a la parte trasera de un carruaje de carga, dejándome ver ante lo que quedaban de los Insurgentes decididos a pelear por su pueblo. Aún faltaban Jean y Lord Floros con su ejército, pero eso no me preocupó demasiado porque con estas personas tengo suficientes para llamar la atención que necesito.

—Escuchen bien, insurgentes —hablé, logrando que todos me miren. Hasta Myles prestó atención, dejando de lado lo de hablar con Lizzie, que era lo único que solía hacerlo sonreír hoy en día—. Hoy comenzará la guerra —dije, pero cuando comencé a oír cuchicheos agregué:—, pero no cualquier guerra. No la llamaría guerra sabiendo que ganaremos esto sea como sea, aún si todos tengamos que morir para cumplir nuestro objetivo. Pero lastimosamente acabamos de llegar a la Segunda Guerra Creciente, donde resurgiremos de las cenizas del pasado y creceremos a través del verde de los árboles, cubriendo de rojo las paredes del blanco castillo o el nevado suelo.

   Supe que había escogido las palabras correctamente cuando comenzaron a aplaudir y a gritar. No me detuve ahí, sino que desenvainé la espada de su funda y la elevé en lo alto, mostrándole a mi pueblo que lograremos salir adelante, alentándolos a seguirme hasta el infierno sin saber si volveremos a salir.

—¡Por cambiar el Pasado, vivir el Presente y mejorar el Futuro!

   Y esas palabras fueron las suficientes para hacer que todos elevaran sus espadas en lo alto, gritando y vitoreando.

En ese preciso momento supe que nadie sabía con quién estaban trabajando, por quiénes eran liderados.

   Pero nada me importó cuando volví a mi expresión seria y vacía de emociones y subí a mi caballo, comenzando a andar. Coloqué la capucha de mi capa cuando cruzamos esa pequeña línea clima-temporal y me adentré a Futuro con un ejército más pequeño del que me gustaría, segura que ese no me ayudaría a ganar la guerra; pero como antes dije, sí para llamar la atención.

Aquí estoy, Aren Petrov. Ven a buscarme...




(...)




   Su caballo se acercó al mío cuando descendí de él. Tenía una hermosa vista al castillo de Arce desde aquí y no podía quitarle la mirada de encima.

—¿Te entregarías por él? —preguntó. Fue una simple pregunta, sin destino alguno.

   Lo miré un segundo, mostrando en mis ojos que hablaba en serio cuando decía:

—Lo tienen cautivo en el peor lugar del mundo a espera de mi captura. —Amenacé con sonreír, pero solo fue una sonrisa fantasma que hasta él mismo sintió—. En este momento entregaría desde mi vida hasta mi alma para tenerlo aquí.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora