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Capítulo veinticuatro.

Miedo

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Miedo.

Creo que nunca había sentido verdaderamente aquello, jamás.

   Mis pies se movían con toda la prisa del mundo por el castillo, casi resbalando al voltear una última esquina. Sentía las armas de los guardias chocarse entre sí por cada pasillo, por cada rincón por el que pasaba corriendo. Cada maldita persona en el castillo me buscaba a mí, Hera Zabat, la princesa recientemente ascendida. Y yo no tenía más opción que correr y correr por mi vida.

   Mis manos se movieron con prisa para sacar la capa del perchero a un lado de la puerta del jardín trasero, por donde mis pies no tardaron en salir. Coloqué la capa en mi cuello y seguí corriendo, sin detenerme ni siquiera a tomar aire, ya que ese simple acto podría provocar mi muerte. Salté la pequeña verja y aceleré mi paso para meterme al bosque, ese más cercano al castillo de Arce y por donde me entrometí el primer día que estuve aquí, donde perdí mi caballo, dónde casi me comen viva los animales y por dónde llegué a la prisión. Mis manos acompañaban el movimiento de mi cuerpo para acelerar el paso. Mis botas levantaban la nieve a mi paso, mientras me adentraba entre los blancos árboles y huía de aquí, de Futuro si podía ser posible. Mi boca estaba abierta, dónde no supe decir si era por la sorpresa que aún traía en el cuerpo o por la falta de aire en mis pulmones. Mi cabello suelto y desarreglado se movía hacia atrás por el viento y el impulso, al igual que mi oscura capa. Aún oía los gritos de los guardias detrás de mí, exclamando que me detenga, llamándome por mi nombre, chocando espadas con su uniforme. Mi garganta ardió cuando inhalé con fuerza todo ese frío viento, corriendo y corriendo.

Aren me había traicionado.

Aren Petrov, un chico dulce, una persona cerrada, tierna, buena gente, aún un joven. Ese chico que al mirarte podía transmitirte tanta paz en un momento de tensión, que con un toque todo tu cuerpo se relajaba, con un beso te calmaba.

Aren Petrov asesinó a su hermano brutalmente para tomar el poder de la corona.

¿Pero por qué? Ya me tenía, ya me había casado con él.

A no ser que no sea yo lo que él más deseaba. Tal vez me subestimé.

Aren me tenía entre brazos anoche, tenía a la chica que deseaba y en un futuro tal vez una corona asegurada. Tenía una asombrosa vida junto a mí y el único miembro de su familia que quedaba con vida.

¿Por qué lo arruinó? ¿Por qué?

¿Por qué no me mataste, Aren Petrov?

   No le veía un fin a la arboleda nevada, no veía un caminillo, ni una estructura, ni un alma con vida. No había absolutamente nadie ni nada por allí, y lo único que podría salvarme en este momento, sería seguir mi camino hacia delante, sin descansar y llegar hasta la frontera entre Presente y Futuro.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora