Extra #4

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Extra #4.

Aryon, Hera y esa noche.

Narrador omnisciente.

Luego de que Aryon le confiesa a Hera la locura de Aren, principio del capítulo 23...

«Yo soy tu rey» había dicho Aryon.

   El abrazo podría durar días, meses o años si ambos se lo proponían. El calor del cuerpo del otro los reconfortaba. De esa manera tenían claro que su corazón seguía bombeando sangre por sus venas, que la vida se mantenía en ellos hasta que se determine lo contrario. Hasta que ese órgano, ese corazón que ambos tenían y latía con tanta prisa cuando estaban juntos, se detuviera de una forma natural o por obra de otro.

Hera no podía admitir de ninguna manera que su corazón se aceleraba al estar con Aryon.

Y Aryon tampoco podía hacerlo.

El orgullo de ambos los invadía por completo y las cosas quedaron así, porque Aryon tampoco tenía el coraje de decirle a Hera que se case con él y no con su hermano.

Pero tampoco podía ser tan estúpido como para coronar a la villana de su historia, esa que asesinó a su esposa, su madre y su padre; no podía ser tan estúpido de admitir que el corazón de él latía por la asesina a sueldo, que la necesitaba en su cama, a su lado, sobre él, de su mano...

Aryon no podía pedirle a Hera ser su reina.

Y eso lo mataba por dentro.

   El abrazo de ambos se aligeró, pero no se rompió. Volvieron a recostarse y los ojos del rey estaban puestos en el castaño cabello de la asesina, mirándola tranquilamente, sintiendo algo más que odio por la gente o presión como cuando estaba con su esposa. La chica sintió la mirada de él en su nuca y ladeó la cabeza para verlo de frente, donde sus ojos cafés chocaron con los claros de él. Él sonrió levemente al intercambiar una mirada con ella.

—¿Ya estás tranquila? —preguntó él.

   Hera elevó la comisuras de sus labios para confirmarle a Aryon que había vuelto a la acción. Ella actuó con rapidez cuando Aryon pestañeó lento y se posicionó sobre él. Las mantas cubrían el trasero de ella y toda la parte baja de él, pero ambos estaban encantados de verse el uno al otro por cómo el mundo los trajo. Las manos de Hera se deslizaron por el pecho desnudo de Aryon, acariciando levemente cuando volvió a perderse en sus pensamientos. El rey ladeó la cabeza al preguntar:

—¿En qué piensas ahora?

   Ella volvió a mirarlo, apretando los labios.

—En que acabo de traicionar a todo mi pueblo quedándome aquí, contigo —confesó la asesina en voz alta. Elevó la cabeza para que las lágrimas no se le escaparan—. Acabo de traicionar mis principios, a mi gente y a mis amigos acostándome contigo y casándome con Aren.

   Hera bajó nuevamente la cabeza cuando sintió la mano de Aryon colocarse sobre la suya en su pecho. Los ojos claros de él impactaron en los oscuros de ella, demostrando de una manera que la entendía, pero al fin y al cabo no era su culpa.

—Hiciste lo necesario para salvarlos a todos y tendrán que comprenderlo algún día.

—Fui egoísta.

   La cabeza de la asesina a sueldo, prontamente convertida en princesa de Futuro, descendió junto a su mirada, apagando todo ese poder que ella proyectaba cuando todo el mundo la observaba. Y el rey sintió su mundo desmoronarse cuando la chica bajó la cabeza ante su mirada, ya que era él quién solía hacerlo, porque se decía a sí mismo que no podía verla a los ojos mientras hacía una reverencia sabiendo quién era.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora