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Capítulo diecinueve.

   Golpeé mis manos contra el escritorio en la sala de planificación y las deslicé a un costado, las miles de hojas y mapas volando con esa acción

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   Golpeé mis manos contra el escritorio en la sala de planificación y las deslicé a un costado, las miles de hojas y mapas volando con esa acción.

—¿Acabas de llegar y ya tienes ganas de matarlos a todos? —preguntó detrás de mí.

   Pestañeé lento cuando lo oí, pero no pude girar, ni calmarme, ni enfurecerme más porque tenía todo el derecho y más de estar aquí tanto como yo porque era su trabajo. Pero igualmente respondí.

—Si te obligaran a casarte con el príncipito de Futuro para cerrar un tratado de rendición, creo que también estarías al menos un poco enojado.

—Antes no te importaba casarte con alguno de ellos.

—Antes no me habían dañado tanto —respondí.

   Mi manos se deslizaban por el escritorio, delineando la madera.

—Creo que te ha llegado el período.

   Elevé las manos, volteando para quejarme cara a cara.

—¡Me encantaría que te llegara también! Pero creo que tu humor seguiría tan igual como siempre porque...

   Extendió su mano, riendo y tomando la mía. Cuando lo hizo, me dió una vuelta como cuando bailamos aquella vez en la casa frente a la chimenea. Sonreí cuando lo recordé.

—¿Como siempre porque...? —me incitó a seguir.

   Negué con una sonrisa en el rostro, separándome de él.

—Porque siempre andas con ese rostro de matame o te mato —me burlé, pero era cierto.

—¡Contigo nunca uso ese rostro! —se quejó.

   Solté una risa de garganta, pero tuve que darle la razón.

—Cierto, cierto.

   Amon me dedicó una última sonrisa y comenzó a inspeccionar la habitación. A ambos se nos había prohibido salir del castillo, o a cualquier otro que viniera conmigo o mostrara que no es de aquí.

«¿Éste es tu guardia?» había preguntado Aryon.

En ese momento podía ver el destello de odio puro en los ojos vacíos de Amon al mirar a ambos monarcas.

«Mejor guardia que cualquiera de los tuyos. Estoy aquí para protegerla de cualquier mal pensamiento que ustedes puedan tener o de cualquier persona de tu pueblo que se revele y quiera matarla. ¿A que no pensaron en eso?» Amon no tardó en echarle todas las cosas que deseaba en cara.

Pagaría mil veces por ver la cara de Aryon deformarse cuando Amon contestó así. Desearía pintarla en un cuadro y ponerlo en el techo para verlo al despertar todos los días.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora