|33|

2.4K 212 203
                                    

Capítulo treinta y tres.

||Dedicación: Rojo09_MiVaron ||

||Dedicación: Rojo09_MiVaron ||

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Hera Zabat.

   Sus besos eran simplemente maravillosos. Mis labios no podían separarse de los suyos, ni siquiera para tomar aire aunque sea un segundo. Mis manos estaban detrás de su nuca, una de ellas forcejeando con la corona para ponerla en su cabeza y así poder tener más comodidad para tocarle. Sus manos puestas en mi espalda baja, atrayéndome hacia él era simplemente maravilloso. Se sentía como una sensación nueva desde que él admitió amarme a través de un mensaje que le dejó a uno de sus soldados. Ahora sentía que podíamos ir más rápido, ser más libres y amarnos más firmemente.

   Sonreí en medio del beso para transmitir la felicidad que sentía al estar con él. Coloqué toda mi fuerza de voluntad y llevé mis manos a su pecho, empujando levemente para separarlo de mí. Y aunque así fue, no deshizo su agarre de mí ni yo del suyo. Sus claros ojos no paraban de verme, de analizarme de pies a cabeza como si aún no creyera lo que ve frente a él. Sonreí a boca cerrada cuando ladeé la cabeza, mirando a los demás. Casi suelto una risa de garganta al ver a Hades hacer una mueca de asco, mientras que los demás me observaban de la misma manera que Amon.

—¿Qué? —dije finalmente, sin comprender.

   Echo observaba la escena sin reaccionar. Pude ver cómo aquellos oscuros ojos brillaban cuando se cristalizaron al cruzar su mirada con la mía. Fuí borrando mi sonrisa de a poco al llevar ahora mis ojos a los de Myles y Lizzie a un lado. El ojiverde se había llevado una mano al rostro, a puras penas parecía respirar, mientras que la chica de pañuelo rojo tenía ambas manos en la cabeza, metiéndolas en su cabello. Ya estaba neutra para cuando, al fin, alguno de ellos respondió a mi pregunta.

—Estás... viva —musitó Echo.

   Mordí mi mejilla por dentro y me mostré confundida ante eso.

—Pero... —vacilé, soltando a Amon y él soltandome a mí para ponerme de frente a todos los presentes—. Le dije a Cristel mi plan. No quería arriesgarlo contándoselo a tanta gente.

—Esa perra no dijo nada —respondió Lizzie.

   Y hablando de la reina de Roma, la generala de guerra bajó las escaleras. El sudor recorría su frente y se llevó una mano allí para retirarlo. La chica me miró un segundo sin decir nada, y vió cómo lentamente mi ceño se iba frunciendo con tranquilidad y furia. La generala de ojos claros me miró indiferente, pero luego volteó hacia Amon y los demás y creo que sintió el mundo temblar.

—En mi defensa, venía con prisa —señaló las escaleras, elevando los hombros.

   Todas las miradas volvieron a recaer en mí cuando la pregunta salió de los labios de Lizzie.

Mayor Engaño © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora