𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 13

2.3K 361 89
                                    

Andrómeda caminaba con alegría por las calles de con el estómago ya lleno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Andrómeda caminaba con alegría por las calles de con el estómago ya lleno. Percibió el olor a Hamburguesas y supo que había llegado a su destino. Miro a una mujer, una camarera que hablaba por teléfono dentro del local de comida en donde deberían estar sus amigos. 

—Ya le dije, ese hombre está amenazando a los niños, es todo culpa de él, tiene que ayudarlos oficial, es el niño de las noticias.

Andrómeda dio un paso atrás, aturdida, ¿cómo había escuchado eso?.

—Hermanita—dijo una voz estilo militar detras de ella. 

Andrómeda notó un olor pestilente, como cuando Clarisse no quería bañarse y ella y Silena tenían que meterla a la fuerza, pero peor, se dio la vuelta y miró al hombre, lo reconoció casi al instante ¿le había dicho hermana?.

—¿Ares?—preguntó con duda, bajo las gafas de sol pudo sentir su mirada llena de curiosidad, el Dios sonrió—el papá de Clarisse.

Andrómeda iba a decir otra cosa, pero la alarma de un auto sonó. El ruido fue insoportable, ella cubrió sus oídos y callo al piso de rodillas, intentando calmar el dolor en su cabeza, como si te clavaran agujas con rapidez. 

Ares frunció el ceño y con un movimiento de mano el ruido paro. 

—¿Asi que lo que dijo Artemisa es cierto? 

Preguntó el Dios y Andrómeda quería echarse a llorar, quería un abrazo de Michel y chocolates de Silena. 

—¿Qué? ¿Cómo?—preguntó en un tartamudeo.

—Ya sabes lo que eres, ¿no?—preguntó Ares como si estuviera fascinado, Andrómeda se sintió aún más perdida—eres un lobo vestido de borregito Andrómeda o talvez seas un borregito con la fuerza y destreza de un lobo 

Andrómeda resopló. 

—No me estás dando respuestas, solo más dudas—dijo sentándose en la banqueta mientras Ares se recargaba en su moto. 

—Tienes carácter—dijo el Dios y Andrómeda sonrió—cuanta felicidad, ¿actúas como si tu familia no te hubiera atacado? 

Andrómeda suspiró y se encogió de hombros. 

—La verdad prefiero olvidarlo—susurro —digo no es como si importara. 

—Importa, pero sí tú dices que no.

—¿Jugamos un juego?—preguntó Andrómeda y Ares frunció el ceño—de preguntas y repuestas 

—Yo no juego esas tonterías. 

—Empiezo yo — dijo Andrómeda. 

—No.

—Veinte preguntas.

—No.

—Dieciocho.

—Claro que no enano.

—¡No soy un enano!, solo estoy chiquita y Silena dice que creceré. 

𝗣𝗢𝗪𝗘𝗥 𝗢𝗩𝗘𝗥 𝗠𝗘 | 𝗣𝗝𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora