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Alisha le dio una mirada a la mujer que con magia detenía el auto.
—Escucha lo que harás Hailey—le indicó Alisha mientras sus ojos cambian de color — cuando Damon y yo salgamos del auto te pasarás al asiento del piloto y conducirás de regreso a casa. Te llevarás a Andrómeda.
—¿Damon?
—Haz lo que dice—dijo el hombre saliendo del auto.
Alisha volteo a ver a Hailey y se quitó el collar que llevaba en el cuello.
—Dáselo de mi parte —le dijo a la mujer —y dile que su tía Alisha la ama.
Hailey tomó el collar y lo detallo, era de plata, pero tenía una A grabada en el centro. Cuando Alisha salió del auto rápidamente, Hailey se pasó al asiento del piloto y condujo a toda velocidad.
El lobo de color azabache que pasó alado del auto la tranquilizó, al menos ahora los tres hermanos Argent estaban para protegerse.
...
Andrómeda no dudó en correr hacia el rubio que la esperaba con los brazos abiertos.
Asthon estaba ahí. Su primo. Su mejor compañero de travesuras cuando era una niña. El olor a colonia masculina llegó a su nariz cuando llegó a sus brazos. Asthon la abrazo con fuerza como si temiera que en cualquier momento fuera a esfumarse.
—Asthon.
—Andrómeda.
Andy le dio una miraba a los dos hombres que estaban unos metros detrás de Asthon. Su tío Peter tenía el cabello despeinado y sus ojos azules observaban con nostalgia a Andrómeda.
Se parecía a Elena.
En cambio, su abuelo Elijha tenía ese estilo militar que a Andrómeda le causaba respeto. Él también detallo a la niña, era toda una Benet, cabello rubio y ojos verdes, igual que todas las brujas de la familia.
—Andrómeda — llamo Quiron indicándole que saludara.
La menor dudó un poco, pero se separó de Asthon y levantó la mano apenada en forma de saludo.
—Yo tengo que despedirme de mis amigos—murmuró antes de echarse a correr.
—Andrómeda no es cerrada con las personas, suele ser muy cariñosa—dijo Quiron mirándola correr—pero bueno, ustedes son extraños para ella, no esperen mucho en tan poco tiempo.
—Lo entendemos—dijo Elijha.
Andrómeda miró hacia atrás antes de llegar a la cabaña de Dionisio, se sentía tremendamente extraña con todo.
—Tok, tok—dijo Andrómeda antes de entrar a la cabaña de Castor y Pólux— vengo a despedirme.
—¿No puedes irte hasta que acabe el verano?—se quejó Pólux—¿qué haremos sin ti exactamente?
