𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 10

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Andrómeda escucho con atención lo que Lizzi le decía por teléfono, la noche la envolvía en el bosque, pero a ella le parecía agradable

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Andrómeda escucho con atención lo que Lizzi le decía por teléfono, la noche la envolvía en el bosque, pero a ella le parecía agradable. 

—Entonces mientras tomaba el Grimorio recordé lo que dijo Denna, eso de volvernos locas o algo así. ¿Lo recuerdas?

—Sí—contestó Andrómeda—tu madre dijo que no debíamos preocuparnos. 

—Le llaman fusión, escucha esto Andrómeda, es enserió aterrador y va a pasarnos.

La señal del teléfono empezó a fallar hasta el punto que no se escuchó nada. 

—¿Hola? ¿Lizzie?

Nada. Ya no se escuchaba nada. La llamada se había cortado. 

—Rayos—susurro antes poner con cuidado el teléfono en el suelo, saco la pequeña rama de su bolsillo. 

Era del pino de Thalia.

Castor y Pólux se lo habían dado una hora atrás. Andrómeda no recordaba mucho de Thalia, era pequeña cuando dejó de verla, pero la quería, era su amiga al final de todo.

Se levantó cuando vio un resplandor detrás de algunos árboles 

—Te dije que no fueras tan brusco —comentó una vez femenina y suave—eres un bruto, Ares.

—Ni siquiera se para qué me acompañas, yo no te invité. 

Andrómeda frunció el ceño confundida cuando vio a una muchacha de cabello color miel claro y ojos verdes como esmeraldas salir de entre los árboles y arbustos.

La muchacha soltó un pequeño chillido cuando vio a Andrómeda y Ares que estaba detrás, volteo los ojos.

—Pero mírala—dijo acercándose a Andrómeda—y pensar que la primera vez que la vi entraba en la perfección en mis brazos.

La abrazo sin vergüenza y Andrómeda correspondió de la misma manera. Amaba los abrazos. Y la desconocida le daba una muy linda sonrisa.

—¿Te conozco?—pregunto Andrómeda sin separarse del abrazo.

—¡Oh!, ¡pero claro!—chillo—soy Hebe, no te acuerdas de mí, la última vez que te vi aún eras muy pequeñita—la miró con nostalgia—has crecido mucho, cada luna llena te vuelves más hermosa.

Andrómeda miró a Ares.

—No me mires a mí —dijo—se invitó a mi visita sola.

—Yo también tengo derecho a verla—dijo Hebe abrazando a Andrómeda de costado—es nuestra... Andy.

—Eres la Diosa de la juventud, ¿no? 

Hebe asintió y Andrómeda noto que se parecían. 

—No eres mi madre biológica, ¿o sí?—pregunto en un susurro. 

𝗣𝗢𝗪𝗘𝗥 𝗢𝗩𝗘𝗥 𝗠𝗘 | 𝗣𝗝𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora