Capítulo 2

634 28 1
                                    

2

Segundo día de clases, y yo ya no tenía ni idea de cómo hacer para entrar al aula sabiendo que Noah Williams era mi compañero. Y peor aún, que había notado mi presencia por primera vez en casi cinco años. Me gustaba la idea de verlo, sí, pero debía admitir que prefería aquellos días donde pasaba desapercibida por su tremenda atención.

Respiré hondo debido a los pensamientos que me estaban torturando y continué desayunando, mirando con desagrado la manera en que Samuel desparramaba su comida por todo el mantel.

—¿Cómo se comportó Sam ayer? —preguntó mi padre de pronto, fijando sus ojos negros en mi madre.

—Mal —respondió mamá, observándome de reojo desde la mesa. De seguro se sentía incómoda por admitirlo—. Empezó a correr por todos los pasillos de la tienda, agarrando todo lo que miraba. Incluso, golpeó a una señora con la sombrilla.

Mi padre arqueó una ceja.

—¿Deberíamos preocuparnos por su actitud? —inquirió, golpeando su dedo índice en la mesa.

—No —zanjó mamá, acariciando su cabello negro mientras miraba a papá con aquellos demandantes ojos verdes—. Es solo un comportamiento normal de un niño de su edad.

¿En serio?

Volteé los ojos y resoplé con fastidio. Me enojaba que mi madre siguiera pensando que Samuel era normal, cuando era obvio que algo tenía ese niño para ser tan molesto y extraño.

—¿Cómo te fue en tu primer día? —mi padre cambió de tema, ahora atento a mi respuesta.

Tragué saliva y me removí incómoda en la silla ante su sorpresiva atención en mí.

Pues, seré compañera del amor de mi vida y eso me tiene ilusionada, pero muy nerviosa.

Carraspee y me obligué a sonreír para evitar que fuese a decir aquella estupidez que había llegado a mi mente.

—Bien —respondí, tajante. Revisé la hora en el celular y aproveché que eran las 6:30 am—. Debo irme.

—¿Te irás con Michael? —preguntó mi padre, tomando un sorbo de café. Sus ojos estaban puestos en mí. La seriedad en su rostro era un poco desconcertante. Él no era así.

Asentí y me levanté de la silla. Tampoco tenía ganas de adivinar a qué se debía su interrogatorio ni su seriedad.

—A veces creo que tú y ese chico terminarán saliendo —susurró mi madre. Una sonrisa de diversión se dibujaba en sus labios.

Hice una mueca de inmediato. Mi padre gruñó. Y mamá ensanchó su sonrisa.

Me molesté más.

—Eso jamás pasará —zanjé—. Michael es solo mi mejor amigo.

[. . .]

Entré a la cafetería agotada por la aburrida clase de inglés que hacía pocos minutos había finalizado. Caminé entre las sillas, salteándome uno que otro estudiante que alzaba los brazos o se levantaban abruptamente sin analizar si podrían o no impactar con alguien. Suspiré. Mis ojos buscaban el espeso y rizado cabello negro de mi mejor amigo. Mi mirada se desplazó por toda la cafetería hasta que, finalmente lo vi. Él estaba hablando con una chica de cabello castaño y sonrisa hermosa que yo nunca había visto antes.

Dudé un momento si caminar hacia ellos o buscar otro lugar. Era evidente que podría estorbar en la evidente conquista de mi amigo si me acercaba. Sin embargo, cuando los ojos de Michael se fijaron en los míos, alzó su mano y me saludó. Algunos estudiantes guardaron silencio y miraron en mi dirección. Claro que mis mejillas se calentaron de inmediato.

Tú, antes que nadie © [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora