Tú, antes que nadie © [Completa]

Capítulo 20

20

Una boba sonrisa se pintaba en mi rostro, a pesar que hacía solo cinco minutos había escuchado el largo monólogo de Francheska acerca de lo tonta que yo era por haber perdonado a Noah.

Había pasado dos días después de que nos vimos en la plaza, y yo ya me sentía, de vuelta, plenamente enamorada de él. Después de todo, Noah se había comportado muy lindo conmigo ese día, y, últimamente, me estaba enviando bonitos mensajes que me hacían sentir especial. Así que, ¿cómo no estar feliz e ilusionada con él?

—No, Ann. No es posible que lo perdones —insistió Francheska. Arduamente luchaba por hacerme entrar en razón—. ¿No ves que ese imbécil ni te vuelve a ver aquí en el colegio por estar con Karla?

—Pronto van a terminar.

Francheska bufó.

—Te está manipulando.

Mordí el interior de mi mejilla.

—Es que deberías ver como Noah es diferente cuando está conmigo...

—¡No seas tonta! —interrumpió ella con desdén mientras cerraba la puerta de su casillero con más fuerza de la necesaria—. Noah es así contigo solo cuando están solos. Yo, más que nadie, sabe cómo es ese imbécil. No te dejes engañar por una cara bonita, Ann. Tú eres más que eso.

Intenté sonreír, pero era inútil. Toda la esperanza que había estado absorbiendo mi pobre corazón, se fue a la basura. Intentaba verle el lado positivo a la situación, intentaba verle el lado bueno a Noah, pero al parecer, no había ningún lado bueno. Él, simplemente, no era de buenas intenciones. Y todo lo que me había dicho en la plaza aquella tarde, parecía ser una farsa. Porque sí era cierto, Noah siquiera me había mirado estos días en el colegio. Era como si nunca hubiese mostrado arrepentimiento por lo que hizo. Como si yo realmente no le interesara.

—Supongo que debo alejarme de él —susurré, intentando no demostrar lo patética que era.

—Es lo mejor. Tú tienes que... —las palabras de Francheska fueron interrumpidas por la presencia de Karla, quien caminaba en medio del estrecho pasillo hacia nosotras, irradiando aquel obstinado aire de superioridad y arrogancia.

Tanto mi amiga, como yo, quedamos estáticas por un momento, viendo a la pelinegra y la forma en que contoneaba sus caderas de un lado a otro. No podía negar que parecía ser una diosa. La tipa era hermosa, pero tremendamente irritante.

Karla caminó un poco más, y cuando estuvo cerca de nosotras, se detuvo y nos miró. Nos evaluó de pies a cabeza con aquella crítica mirada y con esos ojos azules burlones puestos en ambas. Era repugnante ver como su expresión, cada vez, se hacía más altanera.

Finalmente posó sus ojos en mí, y una sonrisa de boca abierta le decoró su perfecto rostro.

—¿Creíste que sometiéndote de esa manera a Noah conseguirías su atención? —me observó por unos instantes, y luego sonrió con burla—. Pues no. Tú no eres más que un juguete para él. Tú jamás estarías a la altura de Noah —me miró de pies a cabeza y luego hizo lo mismo con Francheska—. Las dos son tan similares, unas completas igualadas que sueñan con que el chico popular se fije en ustedes. Pero créanme, eso jamás pasará. Noah nunca las tomará en serio. Ustedes nunca ocuparán mi lugar. Esto no es una estúpida historia cliché donde el chico guapo se enamora de la fea. Esta es la realidad y no hay lugar para ustedes. Así que bájense de esa nube, queridas.

Y con esas palabras, la pelinegra continuó caminando, con unas cuantas chicas que la seguían y aprovechaban para insultarnos.

Okey.