22
Miré de reojo a Valentina. Cepillaba con delicadeza su cabello rojo mientras me observaba a través del espejo. Odiaba observar como se alistaba para ir al colegio. Para ir a mi colegio. Siempre buscaba la manera de joderme, y vaya que logró salirse con las suyas.
—Hoy será un buen día —susurró la pelirroja, sonriendo de lado.
No caigas en su juego.
Ajusté mi falda, arreglando algunas pequeñas arrugas que se habían formado en la tela. Respiré hondo mientras apretaba mis manos en puños y salí de la habitación. Era necesario no caer en sus provocaciones. Mi enojo le divertía. Y no le daría ese gusto. Caminé escaleras abajo hasta que llegué a la cocina. Allí, mi madre terminaba de preparar el desayuno. Movía su pierna izquierda con impaciencia mientras volteaba unos huevos en la sarten y tarareaba una canción de Tercer Cielo.
La miré con duda, meditando si hablar o no. Sabía que lo ocurrido el día anterior no le gustaría recordarlo. Pero era necesario. Samuel no podía seguir así. Si no buscábamos el trasfondo de su comportamiento, él sería un niño mal visto por la sociedad. Lo etiquetarían de malcriado y peligroso. Yo no quería eso para Sam. Yo quería que tuviese amigos. Que fuera feliz. Necesitaba hallar una solución y que él no creciera odiándose a sí mismo. Si yo no ayudaba, mi hermano podría crecer sintiéndose una mala persona. Podría llegar a caer en vicios. Drogas, alcohol e incluso suicidio eran uno de los mayores riesgos para un adolescente con TDAH.
Tragué grueso, me acomodé un mechón rubio detrás de mi oreja y hablé:
—Mamá, sé que no quieres escuchar, ni referirte a lo que pasó con Sam, pero es necesario que afrontes la realidad.
Mi madre dejó salir una gran bocanada de aire y me miró. Sus ojos verdes expresaban lo afligida que se sentía. Me partió el corazón.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó, soltando el cucharón bruscamente sobre el mueble—. ¿Qué procede en este momento? ¿Quieres que lleve a Samuel a un doctor y le diga que mi hijo es anormal?
Abrí mis ojos con sorpresa.
¿Su hijo anormal?
¿Qué le sucedía?
—¡Pero claro que no! —exclamé, perpleja—. Mi hermano no es anormal. No creas en lo que dice mi tía, mamá. Samuel es tan normal como el resto de mis primos y como el resto de los niños del mundo. No hay nada anormal en él. Simplemente es diferente. Y eso... eso es bueno.
Mi madre suspiró y unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos.
—¡No sé qué... hacer! —su voz se quebró a lo último.
Me acerqué a ella e incliné mi cabeza en su hombro.
—Todo va a estar bien, mamá —susurré con cariño—. Lleva a Sam con un especialista, es necesario para él. Mi hermano merece tener una vida normal, que él sepa de su condición y que entienda que eso no lo hace ser alguien anormal. Necesitamos ayudarlo, mamá, no aislarlo.
Mi madre respiró profundo mientras cubría mi cuerpo con el suyo.
—Tengo miedo de lo que me diga el doctor —susurró, entrecortadamente.
Le di suaves masajes en su espalda, intentando tranquilizarla.
—Independientemente de lo que sea que él tenga, tendrás mi apoyo y, sé que también tendrás el de papá. Te apoyaremos en todo, porque yo quiero que mi hermano se sienta feliz de quien es y sepa el gran valor que tiene —me detuve un momento, luchando con el nudo que empezaba a formarse en mi garganta—. Yo he sido una idiota, mamá. No había valorado el significado de tener un hermano, no entendía lo bendecida que he sido por tenerlo a él. Pero ahora entiendo todo esto, y ha nacido en mí, un amor incondicional por él —me sequé una pequeña lágrima que había escapado de mi ojo e inhalé un poco de aire—. Yo amo a Samuel como no tienes idea y como nunca imaginé que uno podía amar a un hermano.
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Tú, antes que nadie © [Completa]
Teen Fiction✨HISTORIA PARTICIPANTE DEL CONCURSO PGP2024 ✨ Una chica introvertida enamorada del chico popular del colegio. Un chico extrovertido interesado por la chica introvertida del salón. Una chica introvertida envuelta en un triángulo amoroso entre su mejo...