Capítulo 2 ─ La doncella misteriosa

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Después de un prolongado viaje a Woodrya, una aldea vecina, Shiro Alexander cabalgaba de vuelta a Festord, iluminado por la luz de la luna

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Después de un prolongado viaje a Woodrya, una aldea vecina, Shiro Alexander cabalgaba de vuelta a Festord, iluminado por la luz de la luna.

—¡Mira eso, Valente! Ya casi lo conseguimos —anunció, ofreciéndole un par de caricias a su equino de color marrón y crin oscura. Este respondió con un sutil aumento de velocidad.

El hombre afianzó su agarre a las riendas, decidido a trotar todo el camino restante. Golpeó los costados del animal y cerró los ojos por un segundo, disfrutando de cómo el viento despeinaba su cabello azabache. Al pasar junto al guardia de turno, lo saludó con entusiasmo:

—¡Descuida, amigo! ¡Vendré en un rato a relevarte!

Para llegar a su casa, debía cruzar prácticamente todo el pueblo, pues era uno de los terrenos más apartados; contaba con un establo de vacas, un gallinero y un corral para su corcel. Sin embargo, gracias a Valente, completó el trayecto en tiempo récord y sin interrupciones.

—Perfecto, ahora te limpiaré las pezuñas —felicitó el jinete.

A pesar de tener un día atareado cumpliendo trabajos de mano de obra, todavía faltaba su turno de vigilancia nocturna. Lo primero que hizo tras asear a su caballo, fue arreglarse el flequillo, separándolo en dos partes iguales desde la mitad. Luego, se atavió con una camisa manga larga debajo de un chaleco de cuero y preparó una cena rápida.

Cuando quiso llenar su cantimplora para hidratarse durante la vigía, solo obtuvo cuatro míseras gotas. No era novedad que el agua potable fallara a momentos. Se encogió de hombros, colgó una espada de madera en su espalda y fue rumbo al pueblo, topándose con un sujeto muy familiar.

—¡Shiro! Hermano, elegiste un pésimo día para desaparecer. ¡No adivinarás lo que vi hoy!

—Hola a ti también, Marce. ¿Y ahora qué? ¿Acaso alguien se tropezó? ¿O encontraste otra moneda de la suerte?

—Esta vez de verdad es interesante —musitó el moreno—: ¡Hay una chica nueva! Es atractiva y elegante, toda una señorita de ciudad. Supuestamente se alojará por un buen tiempo.

Shiro entrecerró sus ojos azules, intrigado. ¿Una nueva habitante? Para los estándares de Festord, era la noticia más trascendental en semanas. La última gran sensación fue cuando...

—Espera, ¿entonces ella se quedará en esa cabaña que limpiaron? Quizá sea una persona importante —teorizó.

—Eso creo, tu papá no mencionó la posada para turistas. —Al ver la confusión en el rostro de su compañero, Mark continuó—; ah, sí, Frederick le dio un recorrido. Como sea, ¡fijo tienes razón! Gardilia parece ser de la clase alta. Escuché que trajo montones de cosas y que una de sus maletas era de plata. ¡Plata!

—Vaya, no lleva ni una noche aquí y ya hay rumores ridículos. Seguro es pintura gris. —Shiro meneó la cabeza.

A esas alturas, no debería sorprenderle que su gente ejerciera uno de sus pasatiempos favoritos: inventar y exagerar hechos.

El disfraz de Su Majestad [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora