Capítulo 18 ─ Fecha de caducidad

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La rabia del granjero atrajo la atención de todos

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La rabia del granjero atrajo la atención de todos. ¡Genial! Los cuchicheos a sus espaldas le valían un comino. Seguro les resultaba de lo más extraño ver al usualmente confiable y colaborador Shiro con cara de perro.

Ignorándolos, se dirigió al negocio Diethel para reponer provisiones. Lo que no anticipó fue cruzarse con su padre en uno de los pasillos.

«¿Me estás jodiendo? ¿No vigilabas hoy?».

Eso deseó preguntar; no obstante, le convendría evitar un alboroto.

Pagó sus granos de café, azúcar y arroz y salió a zancadas de allí, logrando sortear a Sasha en el proceso.

Un rugido de su estómago le recordó que abandonó su hogar sin comer, así que acudió a la panadería antes de encerrarse por el resto de la jornada.

—¡Bienvenido a...! Oh, solo eres tú —saludó Marcelo—. ¿Qué necesitas, hermano?

«Dios, ¿qué hace al frente en vez de la cocina? Hoy nadie está en su lugar».

Shiro señaló los panes alargados en el mostrador y depositó los lumios sobre este.

—¿Te picó la lengua una abeja? —cuestionó su amigo, alzando una ceja—. No, con esos ojos de mercenario ni un lobo se te acercaría. ¿Sucedió algo?

—Haz tu maldito trabajo y ya, Mark.

—¡Oye, oye! Sue es la única que puede hablarme feo y eso mientras está desnuda. ¿Qué tienes? ¿Te caíste en mierda de vaca?

Shiro puso los ojos en blanco. ¿Todavía frecuentaba a esa chica de Woodrya? Era su amante más duradera hasta la fecha.

—No es asunto tuyo.

Marcelo bufó. Normalmente habría insistido, pero sintió que el granjero aprovecharía cualquier excusa para iniciar una pelea.

Y él no sería el pendejo que se la diese.

—Ten, asno —resopló, lanzándole el pedido a la cabeza—. Agradece que no te cobro más por imbécil.

El susodicho partió sin añadir otra palabra; ni siquiera le dedicó un gesto obsceno al atravesar la puerta. Mark se reunió con sus colegas en la parte de atrás, indignado.

—Carajo, ¿qué le pasa? Señores, hoy eviten a Shiro como la peste. Creí que me volaría los dientes y luego me obligaría a tragarlos.

Noir interrumpió sus labores para encarar al moreno, alarmada; esa descripción no coincidía en absoluto con el hombre que la consoló anoche.

—¿Te dijo qué le ocurría? —cuestionó.

—No parecía dispuesto a contarme nada, ¡y sí pregunté! Es la primera vez que actúa así, no imagino qué diablos lo enojó tanto.

El resto del personal reanudó sus actividades minutos después, mas a la princesa le fue imposible sacar a Shiro de su mente. ¡Moría por averiguar qué lo alteró al grado de espantar a su mejor amigo!

El disfraz de Su Majestad [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora