Capítulo 11 ─ Celebración incompleta

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Cuando Noir ingresó a la panadería para empezar su jornada, entendió el porqué de la atmósfera significativamente jovial en el pueblo: era el cumpleaños de Shiro Alexander

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Cuando Noir ingresó a la panadería para empezar su jornada, entendió el porqué de la atmósfera significativamente jovial en el pueblo: era el cumpleaños de Shiro Alexander. Y si creyó que Marcelo se esmeró como nunca durante la fiesta de fuego, este volvía a asombrarla horneando un pastel de cuatro pisos, sumado a una serie de postres apetitosos.

El orgulloso chef la abordó para consultar su opinión y preguntarle algo que le fue imposible responder: «¿Qué vas a regalarle tú, Gardilia?».

Tras visitar el viñedo hace dos semanas, Shiro y ella salieron en reiteradas oportunidades; sin embargo, él no mencionó su cumpleaños ni una vez. ¿Cómo saber qué darle si recién descubría el evento?

Su jefe arqueó una ceja.

—¿No te dijo? ¡Pero si incluso en Woodrya están enterados! Esta noche todos festejaremos en su casa. Mientras tanto, la pandilla de Sandor lo mantendrá distraído. Aún hay tiempo de conseguirle un regalo, te prometo que ese tonto será feliz con cualquier cosa que le lleves.

La princesa asintió, contrariada. Por supuesto que los habitantes de Festord querrían celebrar junto al hijo del alcalde... Y seguro varios aprovecharían de ganar puntos mediante presentes llamativos.

Eso restaba sus ya de por sí nulas alternativas.

A medida que efectuaba sus entregas, oyó incontables cuchicheos sobre la anticipada reunión: desde qué ropa utilizarían, hasta planes para conquistar al hombre que cumplía veintidós años.

«¿Es menor que yo?», cuestionó Noir, pasmada. ¡La estatura y madurez de Shiro engañarían a cualquiera!

—¡Hola, Gardilia! ¿También te tocó un día duro? —saludó Sasha, quien cargaba un hermoso jarrón de arcilla entre sus brazos.

—Oh, buenas tardes. En realidad, hoy no recibimos demasiados pedidos —explicó la caelthian, intrigada—. ¿Eso es mercancía para tu tienda?

—¿Qué? ¡N-no! Este es mi regalo para Shiro, ¡Lo hice en el taller de mi casa! ¿Te gusta? Puse patrones de caballo por Valente.

Noir detectó el brillo en los ojos de la trigueña. Era indiscutible que dedicó cada fibra de su ser elaborando esa artesanía. Del mismo modo, el cumpleañero definitivamente quedaría encantado por el esfuerzo invertido.

—E-es magnífico, Sasha... Debió tomarte una eternidad.

—Solo un par de trasnochos —aclaró la vendedora, despreocupada—. ¿Tú qué vas a llevarle? ¡No le contaré a Shiro si llego primero!

Una nueva punzada de incertidumbre atacó a la citadina. ¿Galletas? No, sus habilidades culinarias jamás superarían las de Marcelo. ¿Alguna manualidad? Aceptable, pero primero tendría que aprender a fabricarlas. ¿Un producto del mercado? ¡De ninguna manera! Eso denotaría falta de interés personal. Y medio pueblo recurriría a esa opción, sin duda.

El disfraz de Su Majestad [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora