Para el granjero, guardar aquel secreto se convirtió en el reto más difícil de su vida. ¿Cómo podía Noir mentirles a todos sin que la culpa la abrumara?
Cada vez que alguien la trataba con demasiada familiaridad, se veía a sí mismo reflejado en esa persona. Quería ahorrarle la vergüenza que padeció él, en caso de que se supiera la verdad.
Las bromas infantiles, sus fantasías atrevidas, permitirle ayudar con la granja... Deseaba que la tierra lo tragara de solo recordarlo.
No obstante, aunque mantener distancia fuese lo adecuado, aún asistía a escondidas al club de lectura. Le atormentaba disfrutar tanto de su voz e imaginarse en su regazo conforme ella leía.
Desafortunadamente, era imposible evadir a Noir cuando coincidían en determinados lugares; si no era la panadería, entonces el mercado Diethel. Como el otro día en que Sasha le propuso a la caelthian comprar un bañador de dos piezas.
Shiro intervino al instante, preocupado de que esa recomendación la ofendiese. Además, sería inadmisible que los hombres del pueblo tuvieran el placer de apreciar a la princesa en paños menores. Un descaro así los conduciría al calabozo.
Pero, tal vez lo peor era toparse con ella mientras jugaba con los niños. ¡En una oportunidad los halló lanzándose lodo! ¿Y si la herían? ¿Qué consecuencias enfrentarían por eso? No vaciló en detenerlos, temeroso de que la fémina odiara los proyectiles de mugre.
—¡Relájate, Shiro! Nos estábamos divirtiendo —replicó Noir, sentada en un charco adyacente al tierno pelotón.
—¡Sí! ¡Yo, el invencible sir Galahad, derrotaré a la malvada gemela de Gardi para que la libere de su jaula! —decretó Sandor.
—Oye, grandulón, ¿por qué no te unes a la batalla? ¡Necesitaremos refuerzos para acabar con esta bruja! —añadió Leika.
El granjero negó, irritado. Los dones teatrales de la extranjera eran dignos de admiración, no había forma de que en serio disfrutara esa actividad.
—¿No preferirían algo distinto? Gardilia viene de la ciudad, igual que la del cuento. No acostumbra a jugar como ustedes —explicó, colocando una mano en el hombro de Sandor—. Un caballero debería proteger a su princesa, no atacarla como a una enemiga.
Al cabo de una rápida deliberación, el grupito concordó con él. Antes de alegrarse, Shiro notó que la heredera al trono no lucía muy contenta al respecto. ¿Por qué? ¿Acaso no la salvó de la suciedad? Suspiró, agotado emocionalmente.
En ocasiones anhelaba haber faltado a la vigilancia de ese fatídico amanecer.
Por otro lado, la paciencia de Noir se extinguía. Si no fuese porque el pueblo aún conservaba la cordura, afirmaría que su identidad salió a la luz.
¡Todo su círculo cercano cambió con ella gracias al alarmismo de Shiro! Los Graham parecían más distantes que nunca, Marcelo se abstenía de tocarla y los infantes dejaron de invitarla a la mitad de sus juegos. Incluso Sasha evitó ofrecerle nuevos consejos de moda.
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El disfraz de Su Majestad [Completa]
RomanceTras rehusarse a contraer un matrimonio arreglado, Noir Bellanger, heredera al trono de Caelthi, toma la osada decisión de huir lejos de las presiones reales. Así, despidiéndose de los lujos en su palacio, consigue refugio en un pueblo humilde, dond...