STRUGGLE | Taila Unmel ha dejado atrás su entrenamiento fallido como Padawan y sus días de rebelde. Se dispone a vivir una vida tranquila cuando un mandaloriano que no dice su nombre ni muestra su rostro llama a su puerta, buscando a una Jedi. Envue...
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Cuando descendieron sobre Tython, Taila pudo sentir la inquietud de Mando. Ella tenía al niño en brazos, y le pareció que, aunque el hombre estaba orgulloso de él, le entristecía tener que separarse del pequeño.
Taila supuso que lo entendía.
Mando viró la nave, y, sobre el pico de una montaña, ambos pudieron ver la estructura que buscaban.
—Esa es la roca mágica, ¿verdad? —le preguntó él.
Taila sonrió por su forma de describirla.
—Sí, esa es.
Mando asintió, acercándose.
—No puedo aterrizar sobre ella, la explanada es demasiado pequeña.
Taila se encogió de hombros.
—Tendremos que hacer el último tramo a cuerpo.
Fue así como Mando aterrizó la nave y llevó a Taila y a Grogu utilizando su propulsor. Ella llevaba al niño en brazos mientras Mando la sujetaba contra su cuerpo.
Cuando aterrizaron a los pies de la estructura y Mando la soltó, Taila le pasó al niño. Grogu se reía por la emoción de haber volado.
Taila respiró hondo. Definitivamente, aquel era el lugar. Podía sentir la conexión con la Fuerza del planeta, pero, especialmente, del templo en el que estaban.
El templo estaba compuesto de seis grandes piedras verticales colocadas en un círculo y débilmente inclinadas hacia adentro.
En el centro, había una piedra redondeada.
Mando se giró hacia la chica.
—¿Esto te parece Jedi?
Taila asintió con una sonrisa.
—Tienes que posar a Grogu encima —le explicó Taila, señalando la piedra redondeada en el centro.
El hombre obedeció, haciendo lo que la Padawan le había indicado. Después se volvió a girar hacia ella. Taila le hizo un gesto con la mano para que se apartara, y Mando caminó hasta estar a su lado.
—Está bien —suspiró—. A ver qué pasa.
Hubo un momento de silencio. Grogu miraba hacia ellos, inclinando varias veces la cabeza hacia los lados.
Mando se aclaró la garganta.
—Esta es la piedra de la visión —dijo, alzando la voz para que Grogu le oyera—. ¿Ves... alguna cosa?
Grogu emitió un sonido quedo. Mando se giró hacia Taila.
—¿O son ellos los que tienen que verle?
La chica se cruzó de brazos. Su apariencia tranquila ante la confusión de Mando estresaba ligeramente al hombre.
